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Salmos 28:9 - Biblia Nueva Traducción Viviente

9 ¡Salva a tu pueblo! Bendice a Israel, tu posesión más preciada. Guíalos como un pastor y llévalos en tus brazos por siempre.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; Y pastoréales y susténtales para siempre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 ¡Salva a tu pueblo y bendice a los tuyos; pastoréalos y llévalos por siempre!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¡Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad! ¡Pastoréalos, y carga con ellos para siempre!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Libera tú a tu pueblo, bendice a tu heredad, apaciéntalos y guíalos por siempre.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; pastoréalos y enaltécelos para siempre.

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Salmos 28:9
24 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Alimentará su rebaño como un pastor; llevará en sus brazos los corderos y los mantendrá cerca de su corazón. Guiará con delicadeza a las ovejas con crías.


Tomó a David de donde cuidaba a las ovejas y a los corderos y lo convirtió en pastor de los descendientes de Jacob: de Israel, el pueblo de Dios.


Pero los israelitas son tu pueblo y tu posesión más preciada, los que sacaste de Egipto con tu gran fuerza y tu brazo poderoso”.


“Y tú, oh Belén, en la tierra de Judá, no eres la menor entre las ciudades reinantes de Judá, porque de ti saldrá un gobernante que será el pastor de mi pueblo Israel”.


Cuando ellos sufrían, él también sufrió, y él personalmente los rescató. En su amor y su misericordia los redimió; los levantó y los tomó en brazos a lo largo de los años.


En el lugar que se encuentre este remanente judío, que sus vecinos los ayuden con los gastos, dándoles plata y oro, provisiones para el viaje y animales, como también una ofrenda voluntaria para el templo de Dios en Jerusalén”».


porque es tu pueblo —tu posesión más preciada— que sacaste de Egipto, ese horno para fundir hierro.


Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó —es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia.


Oh Dios, rescata a Israel de todos sus problemas.


Pues cuando sacaste a nuestros antepasados de Egipto, oh Señor Soberano, le dijiste a tu siervo Moisés que habías apartado a Israel de todas las demás naciones de la tierra, para que fuera tu posesión más preciada».


Oh Señor, protege a tu pueblo con tu vara de pastor; guía a tu rebaño, tu posesión más preciada. Aunque viva solo en un matorral en lo alto del monte Carmelo, que se alimente en los fértiles pastos de Basán y Galaad como lo hacía en tiempos pasados.


Pero tú, oh Belén Efrata, eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá. No obstante, en mi nombre, saldrá de ti un gobernante para Israel, cuyos orígenes vienen desde la eternidad.


Ahora esto dice el Señor: «Canten con alegría por Israel. ¡Griten por la mejor de las naciones! Griten de alabanza y alegría: “¡Salva a tu pueblo, oh Señor, el remanente de Israel!”.


¡Pero el Dios de Israel no es ningún ídolo! Él es el Creador de todo lo que existe, incluido Israel, su posesión más preciada. ¡El Señor de los Ejércitos Celestiales es su nombre!


«Escúchenme, descendientes de Jacob, todos los que permanecen en Israel. Los he protegido desde que nacieron; así es, los he cuidado desde antes de nacer.


¿Quién vendrá del monte Sion para rescatar a Israel? Cuando el Señor restaure a su pueblo, Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.


Y él se levantará para dirigir a su rebaño con la fuerza del Señor y con la majestad del nombre del Señor su Dios. Entonces su pueblo vivirá allí tranquilo, porque él es exaltado con honores en todas partes.


David les preguntó: —¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo compensarlos para que ustedes vuelvan a bendecir al pueblo del Señor?


Sin embargo, dondequiera que fui con los israelitas, ni una sola vez me quejé ante los jefes de las tribus de Israel, los pastores de mi pueblo Israel. Nunca les pregunté: ‘¿Por qué no me han construido una hermosa casa de cedro?’”.


»Pues el pueblo de Israel pertenece al Señor; Jacob es su posesión más preciada.


También vieron cómo el Señor su Dios los cuidó todo el tiempo que anduvieron por el desierto, igual que un padre cuida de sus hijos; y ahora los trajo hasta este lugar”.


Oré al Señor y dije: “Oh Señor Soberano, no los destruyas; son tu propio pueblo. Son tu posesión más preciada, los que redimiste de Egipto con tu gran poder y tu mano fuerte.


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