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Salmos 20:8 - Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Esas naciones se derrumbarán y caerán, pero nosotros nos levantaremos y estaremos firmes.

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កំណែច្រើនទៀត

Biblia Reina Valera 1960

8 Ellos flaquean y caen, Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Ellos tropiezan y caen, mientras nosotros nos levantamos y nos recuperamos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Ellos flaquean y caen, Pero nosotros nos levantamos y estamos firmes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Los unos con sus carros, los otros con caballos, nosotros invocando el nombre del Señor, nuestro Dios.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Ellos se doblegaron y cayeron; mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.

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Salmos 20:8
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Los que confían en el Señor están seguros como el monte Sion; no serán vencidos, sino que permanecerán para siempre.


¡Enemigos míos, no se regodeen de mí! Pues aunque caiga, me levantaré otra vez. Aunque esté en oscuridad, el Señor será mi luz.


»¡Señor, que todos tus enemigos mueran como Sísara; pero los que te aman, que se levanten como el sol cuando brilla con toda su fuerza!». Después hubo paz en la tierra durante cuarenta años.


Todos esos reyes salieron a pelear. Sus ejércitos unidos formaban una inmensa multitud. Y con todos sus caballos y carros de guerra cubrieron el terreno como la arena a la orilla del mar.


David le respondió al filisteo: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado.


Por medio de tus mensajeros, has desafiado al Señor. Dijiste: ‘Con mis numerosos carros de guerra conquisté las montañas más altas, sí, las cimas más remotas del Líbano. Corté sus cedros más altos y sus mejores cipreses. Alcancé sus rincones más lejanos y exploré sus bosques más espesos.


por eso Asa desplegó sus ejércitos para la batalla en el valle al norte de Maresa.


Entonces Asa clamó al Señor su Dios: «¡Oh Señor, nadie sino tú puede ayudar al débil contra el poderoso! Ayúdanos, oh Señor nuestro Dios, porque solo en ti confiamos. Es en tu nombre que hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Oh Señor, tú eres nuestro Dios; no dejes que simples hombres prevalezcan contra ti!».


Pues me dio vergüenza pedirle al rey soldados y jinetes que nos acompañaran y nos protegieran de los enemigos durante el viaje. Después de todo, ya le habíamos dicho al rey que «la mano protectora de nuestro Dios está sobre todos los que lo adoran, pero su enojo feroz se desata contra quienes lo abandonan».


El ejército mejor equipado no puede salvar a un rey, ni una gran fuerza es suficiente para salvar a un guerrero.


No confíes en tu caballo de guerra para obtener la victoria; por mucha fuerza que tenga, no te puede salvar.


Nuestra ayuda viene del Señor, quien hizo el cielo y la tierra.


El caballo se prepara para el día de la batalla, pero la victoria pertenece al Señor.


El Señor dice: «Entonces yo los sanaré de su falta de fe; mi amor no tendrá límites, porque mi enojo habrá desaparecido para siempre.


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