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Salmos 144:14 - Biblia Nueva Traducción Viviente

14 y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos. Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; No tengamos asalto, ni que hacer salida, Ni grito de alarma en nuestras plazas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 nuestras bestias viajan muy cargadas. No hay hoyos en los muros ni rendiciones, ni gritos de lamento en nuestras plazas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Nuestro ganado vaya bien cargado, sin ruptura y sin pérdida, Y no haya grito de alarma en nuestras plazas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 nuestras bestias cargadas, sin que exista irrupción ni rendición, sin un grito de angustia en nuestras plazas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

14 Que nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; que no tengamos asalto, ni que hacer salida, ni grito de alarma en nuestras calles.

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Salmos 144:14
16 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

»El Señor vencerá a tus enemigos cuando te ataquen. ¡Saldrán a atacarte de una sola dirección, pero se dispersarán por siete!


Si salgo al campo, veo los cuerpos masacrados por el enemigo. Si camino por las calles de la ciudad, veo gente muerta por el hambre. Los profetas y los sacerdotes continúan con su trabajo, pero no saben lo que hacen”.


«Judá desfallece; el comercio a las puertas de la ciudad se estanca. Todo el pueblo se sienta en el suelo porque está de luto, y surge un gran clamor de Jerusalén.


Se reúnen las turbas en las calles, clamando por vino; el gozo se ha convertido en tristeza y la alegría ha sido expulsada de la tierra.


Cuando los israelitas que se encontraban al otro lado del valle de Jezreel y más allá del Jordán vieron que el ejército israelita había huido y que Saúl y sus hijos estaban muertos, abandonaron sus ciudades y huyeron. Entonces los filisteos entraron y ocuparon sus ciudades.


Así que Israel se moría de hambre en manos de los madianitas. Entonces los israelitas clamaron al Señor por ayuda.


Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente, y atacaban a Israel.


Cuando Israel escogió nuevos dioses, la guerra estalló a las puertas de la ciudad. ¡Sin embargo, no se veía ni un escudo ni una lanza entre cuarenta mil guerreros de Israel!


»El Señor hará que tus enemigos te derroten. ¡Tú saldrás a atacarlos de una sola dirección, pero te dispersarás por siete! Serás un objeto de horror para todos los reinos de la tierra.


»Les daré paz en la tierra y podrán dormir sin temor alguno. Libraré la tierra de animales salvajes y mantendré a sus enemigos fuera del país.


Teniendo en cuenta su fuerza, ¿podrás confiar en él? ¿Puedes irte y confiar en que el buey haga tu trabajo?


Me gozaré por Jerusalén y me deleitaré en mi pueblo. Y el sonido de los llantos y los lamentos jamás se oirá en ella.


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