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Salmos 119:40 - Biblia Nueva Traducción Viviente

40 ¡Anhelo obedecer tus mandamientos! Renueva mi vida con tu bondad.

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Biblia Reina Valera 1960

40 He aquí yo he anhelado tus mandamientos; Vivifícame en tu justicia. Vau

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Mira cómo deseo tus ordenanzas, tú que eres justo, vivifícame.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 He aquí, anhelo tus mandamientos, Vivifícame en tu justicia,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Mira mi amor a tus mandatos y hazme vivir en tu justicia.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

40 He aquí yo he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.

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Salmos 119:40
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante.


Siempre me conmueve el deseo de conocer tus ordenanzas.


Queridos amigos, dado que tenemos estas promesas, limpiémonos de todo lo que pueda contaminar nuestro cuerpo o espíritu. Y procuremos alcanzar una completa santidad porque tememos a Dios.


Mira cómo amo tus mandamientos, Señor. Por tu amor inagotable, devuélveme la vida.


Aparta mis ojos de cosas inútiles y dame vida mediante tu palabra.


Estoy tirado en el polvo; revíveme con tu palabra.


que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!)


La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu. Y el Espíritu nos da deseos que se oponen a lo que desea la naturaleza pecaminosa. Estas dos fuerzas luchan constantemente entre sí, entonces ustedes no son libres para llevar a cabo sus buenas intenciones,


Las Escrituras nos dicen: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente», pero el último Adán —es decir, Cristo— es un Espíritu que da vida.


Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».


Señor, qué grande es tu misericordia; que el seguir tus ordenanzas me reanime.


Oh Señor, en tu fiel amor oye mi clamor; que el seguir tus ordenanzas me reanime.


He sufrido mucho, oh Señor; restaura mi vida, como lo prometiste.


En tu amor inagotable, perdona mi vida; entonces podré continuar obedeciendo tus leyes.


Querido amigo, espero que te encuentres bien, y que estés tan saludable en cuerpo así como eres fuerte en espíritu.


¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte?


Pues, así como el Padre da vida a los que resucita de los muertos, también el Hijo da vida a quien él quiere.


Al instante el padre clamó: —¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad!


¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!


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