Cierto día, Saúl le dijo a David: —Estoy listo para darte a mi hija mayor, Merab, por esposa. Pero antes deberás demostrar que eres un guerrero de verdad al pelear las batallas del Señor. Pues Saúl pensó: «Voy a enviar a David contra los filisteos y dejar que ellos lo maten, en vez de hacerlo yo mismo».
«¡Me da otra oportunidad para que los filisteos lo maten!», se dijo Saúl a sí mismo; pero a David le dijo: —Hoy tienes una segunda oportunidad para llegar a ser mi yerno.