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Proverbios 21:1 - Biblia Nueva Traducción Viviente

1 El corazón del rey es como un arroyo dirigido por el Señor, quien lo guía por donde él quiere.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Como los repartimientos de las aguas, Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; A todo lo que quiere lo inclina.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Los pensamientos del rey, igual que el agua, corren por donde Yavé los dirige.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Como los repartimientos de las aguas, Así el corazón del rey está en la mano de YHVH, A todo lo que quiere lo inclina.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Arroyo es el corazón del rey en manos de Yahveh: que él dirige adonde quiere.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 El corazón del rey está en la mano de Jehová, como los ríos de agua, Él lo dirige hacia donde quiere.

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Proverbios 21:1
26 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Podemos hacer nuestros planes, pero el Señor determina nuestros pasos.


El Señor dirige nuestros pasos, entonces, ¿por qué tratar de entender todo lo que pasa?


Luego celebraron el Festival de los Panes sin Levadura durante siete días. Hubo mucha alegría en toda la tierra, porque el Señor había hecho que el rey de Asiria les diera su favor al ayudarlos a reconstruir el templo de Dios, el Dios de Israel.


y lo rescató de todas sus dificultades; y Dios le mostró su favor ante el faraón, el rey de Egipto. Dios también le dio a José una sabiduría fuera de lo común, de manera que el faraón lo nombró gobernador de todo Egipto y lo puso a cargo del palacio.


Podemos hacer nuestros propios planes, pero la respuesta correcta viene del Señor.


Todos los hombres de la tierra no son nada comparados con él. Él hace lo que quiere entre los ángeles del cielo y entre la gente de la tierra. Nadie puede detenerlo ni decirle: “¿Por qué haces estas cosas?”.


Hasta hizo que sus captores los trataran con amabilidad.


Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía.


Después puso a los egipcios en contra del pueblo de Israel, y ellos conspiraron contra los siervos del Señor.


El rey preguntó: —Bueno, ¿cómo te puedo ayudar? Después de orar al Dios del cielo,


¡Oh Señor, te suplico que oigas mi oración! Escucha las oraciones de aquellos quienes nos deleitamos en darte honra. Te suplico que hoy me concedas éxito y hagas que el rey me dé su favor. Pon en su corazón el deseo de ser bondadoso conmigo». En esos días yo era el copero del rey.


Hiciste que brotaran los manantiales y los arroyos, y secaste ríos que jamás se secan.


Cuando hable a los ríos y les diga: “¡Séquense!”, se secarán.


Pero más poderoso que el estruendo de los mares enfurecidos, más potente que las rompientes olas en la orilla, el Señor, quien está en lo alto, es más poderoso que estos.


Luego el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y este se secó para que los reyes del oriente pudieran marchar con sus ejércitos sin obstáculos hacia el occidente.


Entonces el tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y los manantiales, y estos se convirtieron en sangre.


¿Qué te pasa, mar Rojo, qué te llevó a quitarte del camino? ¿Qué sucedió, río Jordán, que te hiciste a un lado?


El mar Rojo los vio venir y se apuró a quitarse del camino; el agua del río Jordán se hizo a un lado.


«Asegúrate de que no esté herido —le dijo—, trátalo bien y dale todo lo que quiera».


Sin embargo, haré que el corazón del faraón se ponga terco, para poder multiplicar mis señales milagrosas y mis maravillas en la tierra de Egipto.


El rey regresará a su propia tierra por el mismo camino por donde vino. No entrará en esta ciudad, dice el Señor.


En el primer año de Ciro, rey de Persia, el Señor cumplió la profecía que había dado por medio de Jeremías. Movió el corazón de Ciro a poner por escrito el siguiente edicto y enviarlo a todo el reino:


«Esto dice Ciro, rey de Persia: »“El Señor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra. Me encargó construirle un templo en Jerusalén, que está en Judá.


Además, le ruego que me dé una carta dirigida a Asaf, el encargado del bosque del rey, con instrucciones de suministrarme madera. La necesitaré para hacer vigas para las puertas de la fortaleza del templo, para las murallas de la ciudad y para mi propia casa. Entonces el rey me concedió estas peticiones porque la bondadosa mano de Dios estaba sobre mí.


Y el rey amó a Ester más que a todas las demás jóvenes. Estaba tan encantado con ella que le puso la corona real sobre la cabeza y la declaró reina en lugar de Vasti.


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