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Oseas 6:1 - Biblia Nueva Traducción Viviente

1 «Vengan, volvámonos al Señor. Él nos despedazó, pero ahora nos sanará. Nos hirió, pero ahora vendará nuestras heridas.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Vengan, volvamos a Yavé; pues si él nos lesionó, él nos sanará; si él nos hirió, él vendará nuestras heridas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Venid, volvamos a YHVH! Porque Él desgarró, pero nos sanará; Él hirió, pero nos vendará la herida.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Venid, volvamos a Yahveh: él nos desgarró, pero él nos curará; él nos hirió, pero él nos vendará.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Venid y volvámonos a Jehová; porque Él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

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Oseas 6:1
36 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¡Miren ahora, yo mismo soy Dios! ¡No hay otro dios aparte de mí! Yo soy el que mata y el que da vida; soy el que hiere y el que sana. ¡Nadie puede ser librado de mi mano poderosa!


Pues aunque él hiere, también venda las heridas; él golpea, pero sus manos también sanan.


El Señor da tanto la muerte como la vida; a unos baja a la tumba y a otros levanta.


El Señor dice: «Entonces yo los sanaré de su falta de fe; mi amor no tendrá límites, porque mi enojo habrá desaparecido para siempre.


Que los malvados cambien sus caminos y alejen de sí hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal. Que se vuelvan al Señor, para que les tenga misericordia. Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad.


Te devolveré la salud y sanaré tus heridas —dice el Señor—, aunque te llamen desechada, es decir, “Jerusalén, de quien nadie se interesa”».


Vendrá gente de muchas naciones y dirán: «Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Allí él nos enseñará sus caminos, y andaremos en sus sendas». Pues de Sion saldrá la enseñanza del Señor; de Jerusalén saldrá su palabra.


Sin embargo, si él opta por quedarse callado, ¿quién puede criticarlo? Cuando esconde su rostro, nadie puede encontrarlo, ya sea un individuo o una nación.


Regresa, oh Israel, al Señor tu Dios, porque tus pecados te hicieron caer.


»En los días venideros —dice el Señor—, el pueblo de Israel volverá a su hogar junto con el pueblo de Judá. Llegarán llorando en busca del Señor su Dios.


«Vuelvan a mí, hijos descarriados —dice el Señor—, y les sanaré el corazón extraviado». «Sí, ya vamos —responde el pueblo—, porque tú eres el Señor nuestro Dios.


La luna será tan resplandeciente como el sol, y el sol brillará siete veces más, como la luz de siete días en uno solo. Así será cuando el Señor comience a sanar a su pueblo y a curar las heridas que le hizo.


Ustedes esperan luchar contra los babilonios, pero los hombres de esta ciudad ya están como muertos, porque en mi terrible enojo he decidido destruirlos. Los abandoné debido a toda su perversidad.


Tu favor, oh Señor, me hizo tan firme como una montaña; después te apartaste de mí, y quedé destrozado.


Esto dice el Señor: «Tu lesión es incurable, una herida terrible.


Entonces destruirás todos tus ídolos de plata y tus valiosas imágenes de oro. Los desecharás como trapos sucios, y les dirás: «¡Adiós y hasta nunca!».


Reúnanse, sí, júntense, nación desvergonzada.


Entonces Samuel le dijo a todo el pueblo de Israel: «Si de todo corazón desean volver al Señor, desháganse de sus dioses ajenos y de las imágenes de Astoret. Dediquen su corazón al Señor y obedézcanlo solamente a él; entonces él los rescatará de los filisteos».


Dios me odia y me despedaza en su enojo. Rechina los dientes contra mí y me atraviesa con su mirada.


Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos agonizan.


Has permitido que sufra muchas privaciones, pero volverás a darme vida y me levantarás de las profundidades de la tierra.


Un tiempo para matar y un tiempo para sanar. Un tiempo para derribar y un tiempo para construir.


Entonces, por fin el pueblo buscará a su Creador y volverá los ojos al Santo de Israel.


»Sin embargo, llegará el día en que sanaré las heridas de Jerusalén y le daré prosperidad y verdadera paz.


Preguntarán por el camino a Jerusalén y emprenderán el regreso a su hogar. Se aferrarán al Señor con un pacto eterno que nunca se olvidará.


Me arrastró fuera del camino, me descuartizó y me dejó indefenso y destruido.


Pues algún día la gente me seguirá. Yo, el Señor, rugiré como un león. Y cuando ruja, mi pueblo regresará temblando del occidente.


Así que ahora, vuélvete a tu Dios. Actúa con amor y justicia, y confía siempre en él.


»Si el sacerdote regresa para su inspección y encuentra que el moho no ha vuelto a aparecer en la casa después de haber sido cubiertas las paredes con yeso, declarará pura la casa porque es evidente que el moho ha desaparecido.


Por orden del rey se enviaron mensajeros por todo Israel y Judá con cartas que decían: «Oh pueblo de Israel, vuélvanse al Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que él se vuelva a los pocos de nosotros que hemos sobrevivido la conquista de los reyes asirios.


Si te vuelves al Todopoderoso, serás restaurado; por lo tanto, limpia tu vida.


Pero después el pueblo volverá y se dedicará al Señor su Dios y al descendiente de David, su rey. En los últimos días, temblarán de asombro ante el Señor y su bondad.


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