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Oseas 2:3 - Biblia Nueva Traducción Viviente

3 De lo contrario, la desnudaré por completo, como estaba el día en que nació. Dejaré que muera de sed, como en un desierto desolado y árido.

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Biblia Reina Valera 1960

3 no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Ustedes llamarán a sus hermanos Mi pueblo, y a sus hermanas, Amadas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 No sea que la despoje Y la deje totalmente desnuda° Y la ponga como el día que nació, Y la deje como el desierto, Y la reduzca a tierra árida, Y la haga morir de sed,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Llamad a vuestro hermano: 'Mi-pueblo' y a vuestra hermana: 'Amada'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 no sea que yo la despoje y desnude, y la deje como el día en que nació, y la ponga como un desierto, y la deje como tierra seca y la mate de sed.

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Oseas 2:3
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

En todos tus años de adulterio y pecado detestable, no recordaste ni una sola vez los días pasados, cuando estabas desnuda y tirada en el campo, pataleando en tu propia sangre.


Ahora la vid está trasplantada en el desierto, donde el suelo es duro y reseco.


Quizá te preguntes: «¿Por qué me sucede todo esto?». ¡Se debe a tus muchos pecados! Por eso los ejércitos invasores te desnudaron y te violaron.


Tanto la bestia escarlata como sus diez cuernos odian a la prostituta. La desnudarán, comerán su carne y quemarán con fuego lo que quede de ella.


Sus ciudades ahora quedan en ruinas; es una árida tierra baldía donde no vive nadie, ni nadie pasa por allí.


Ahora bien, esto dice el Señor con respecto al palacio real de Judá: «Te amo tanto como a la fructífera Galaad y como a los verdes bosques del Líbano. Pero te convertiré en un desierto y nadie vivirá dentro de tus muros.


Son como los arbustos raquíticos del desierto, sin esperanza para el futuro. Vivirán en lugares desolados, en tierra despoblada y salada.


Yo mismo te desnudaré y te expondré a la vergüenza.


»Muchos gobernantes han devastado mi viñedo; pisotearon las vides y así transformaron toda su belleza en un lugar desolado.


Miré y los terrenos fértiles se habían convertido en desiertos; las ciudades estaban en ruinas, destruidas por la ira feroz del Señor.


»¡Oh pueblo mío, presta atención a las palabras del Señor! ¿Acaso he sido como un desierto para Israel? ¿Acaso le he sido una tierra de tinieblas? Entonces díganme por qué mi pueblo declara: “¡Por fin nos hemos librado de Dios! ¡No lo necesitamos más!”.


No preguntaron: “¿Dónde está el Señor que nos sacó a salvo de Egipto y nos guio a través del árido desierto, por una tierra desolada y llena de hoyos, una tierra de sequía y muerte, donde no vive ni viaja nadie?”.


Tus ciudades santas están destruidas. Sion es un desierto; sí, Jerusalén no es más que una ruina desolada.


Quedarás desnuda y llena de vergüenza. Me vengaré de ti sin piedad».


La tierra de Israel se marchita con el duelo; el Líbano se seca a causa de la vergüenza. La llanura de Sarón es ahora un desierto; Basán y el Carmelo han sido saqueados.


Después Sansón tuvo mucha sed y clamó al Señor: «Has logrado esta gran victoria por medio de la fuerza de tu siervo, ¿y ahora tengo que morir de sed y caer en manos de estos paganos?».


Pero ellos, atormentados por la sed, siguieron discutiendo con Moisés: —¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Quieres matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros animales?


La desnudaré por completo en público, a la vista de todos sus amantes. Nadie podrá librarla de mis manos.


Los nobles envían a sus sirvientes a buscar agua, pero los pozos están secos. Confundidos y desesperados, los siervos regresan con sus cántaros vacíos, y con sus cabezas cubiertas en señal de dolor.


Efraín era el más productivo de sus hermanos, pero el viento del oriente —una ráfaga del Señor— se levantará en el desierto. Todos sus manantiales se secarán y todos sus pozos desaparecerán. Todo lo valioso que poseen será saqueado y se lo llevarán.


Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales no ha abandonado a Israel ni a Judá. Todavía es su Dios, aunque su tierra se llenó de pecado contra el Santo de Israel».


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