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Oseas 11:6 - Biblia Nueva Traducción Viviente

6 La guerra, como un torbellino, pasará por sus ciudades; los enemigos derribarán sus puertas. Los destruirán, atrapándolos en sus propios planes malignos.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 La espada arrasará sus ciudades, exterminará a sus hijos y se saciará con sus fortalezas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 La espada gravitará en sus ciudades, Y el fuego consumirá las barras de sus puertas, Porque siguieron sus propios consejos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Llegará la espada a sus ciudades, descerrajará sus cerrojos, los devorará por sus amaños.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Y caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos.

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Oseas 11:6
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El pueblo de Samaria debe sufrir las consecuencias de su culpa porque se rebeló contra su Dios. Un ejército invasor los matará; a sus niños los estrellarán contra el suelo hasta matarlos, y a las embarazadas las abrirán con espadas».


Ahora los terrores de la guerra se levantarán entre su gente. Todas sus fortificaciones caerán, tal como Salmán destruyó a Bet-arbel. Allí, a las madres y a los niños los estrellaron contra el suelo hasta matarlos.


Este ídolo será llevado a Asiria, un regalo para el gran rey. Se burlarán de Efraín e Israel será avergonzado porque confiaron en ese ídolo.


El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: «El día del juicio se acerca, ardiente como un horno. En aquel día el arrogante y el perverso serán quemados como paja. Serán consumidos, desde las raíces hasta las ramas.


Derribaré tus muros y demoleré tus defensas.


Dile al desierto del sur: “Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Oye la palabra del Señor! Te prenderé fuego y se quemará todo árbol, esté verde o seco. Las horrendas llamas no se extinguirán y arrasarán con todo, desde el sur hasta el norte.


Devorarán la comida de tu cosecha; devorarán a tus hijos e hijas. Devorarán tus rebaños y manadas; devorarán tus uvas y tus higueras. Y destruirán tus ciudades fortificadas que consideras tan seguras.


»Qué aflicción les espera a mis hijos rebeldes —dice el Señor—. Ustedes hacen planes contrarios a los míos; hacen alianzas que no son dirigidas por mi Espíritu, y de esa forma aumentan sus pecados.


Las ciudades fortificadas quedarán en silencio y vacías; las casas estarán abandonadas, y las calles, cubiertas de mala hierba. Allí pastarán los terneros, masticando ramas y tallos.


Aun antes que ustedes comiencen a atacar, mientras sus planes maduran como uvas, el Señor cortará sus brotes nuevos con podaderas; cortará y descartará las ramas extendidas.


Por lo tanto, en un solo día el Señor destruirá tanto la cabeza como la cola, la noble rama de palma y el humilde junco.


Él los rescató una y otra vez, pero ellos decidieron rebelarse en su contra, y finalmente su pecado los destruyó.


Se contaminaron a sí mismos con sus malas acciones, y su amor a los ídolos fue adulterio a los ojos del Señor.


Por fuera, la espada los matará, y por adentro, el terror los carcomerá, tanto a los muchachos como a las jovencitas, tanto a los niños como a los ancianos.


Atacarán tus ciudades hasta derribar todas las murallas fortificadas de tu territorio, esos muros en los que confiabas para protegerte. Atacarán todas las ciudades de la tierra que el Señor tu Dios te ha dado.


Los dispersaré entre las naciones y sacaré mi espada contra ustedes. Sus ciudades quedarán en ruinas y su tierra desolada.


Haré que sus ciudades queden desoladas y destruiré sus lugares de culto pagano. No me agradaré de sus ofrendas, las cuales deberían ser un aroma agradable para mí.


»La espada destructora golpeará a los babilonios —dice el Señor—. Golpeará al pueblo de Babilonia, también a sus funcionarios y a sus hombres sabios.


Las puertas de Jerusalén se han hundido en la tierra; él rompió sus cerrojos y sus barrotes. Sus reyes y príncipes fueron desterrados a tierras lejanas; su ley dejó de existir. Sus profetas no reciben más visiones de parte del Señor.


Israel es obstinado como una vaquilla terca. ¿Debería el Señor alimentarlo como a un cordero en buenos pastizales?


Dejen a Israel solo porque está casado con la idolatría.


El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales: «Desprecio la arrogancia de Israel y odio sus fortalezas. Entregaré esta ciudad a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella».


Enviaré ejércitos en su contra que llevarán a cabo la maldición del pacto que violaron. Cuando corran a sus ciudades buscando seguridad, les enviaré una plaga para destruirlos ahí mismo, y serán entregados en manos de sus enemigos.


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