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Números 6:23 - Biblia Nueva Traducción Viviente

23 «Diles a Aarón y a sus hijos que bendigan al pueblo de Israel con la siguiente bendición especial:

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Biblia Reina Valera 1960

23 Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Di a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los hijos de Israel. Dirán:

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Habla a Aarón y a sus hijos, diciendo: Así bendeciréis a los hijos de Israel. Diles:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 'Habla a Aarón y a sus hijos y diles: así habréis de bendecir a los israelitas. Les diréis:

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:

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Números 6:23
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Los hijos de Amram fueron Aarón y Moisés. Aarón y sus descendientes fueron apartados para dedicar lo que es sumamente santo, ofrecer sacrificios en la presencia del Señor, servir al Señor y pronunciar bendiciones en su nombre para siempre.


Después se acercarán los sacerdotes levitas, pues el Señor tu Dios los ha elegido para que sirvan delante de él y pronuncien bendiciones en el nombre del Señor. Ellos son los responsables de resolver todos los casos legales y criminales.


Este Melquisedec fue rey de la ciudad de Salem y también sacerdote del Dios Altísimo. Cuando Abraham regresaba triunfante de una gran batalla contra los reyes, Melquisedec salió a su encuentro y lo bendijo.


Así que, aquel día, Jacob bendijo a los muchachos con esta bendición: «El pueblo de Israel usará el nombre de ustedes cuando impartan una bendición. Dirán: “Que Dios los haga tan prósperos como a Efraín y a Manasés”». De esta manera, Jacob puso a Efraín antes de Manasés.


La gracia, la misericordia y la paz que provienen de Dios Padre y de Jesucristo —el Hijo del Padre— permanecerán con nosotros, los que vivimos en la verdad y el amor.


Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.


Entonces José hizo entrar a su padre Jacob y se lo presentó al faraón. Entonces Jacob bendijo al faraón.


Dios Padre los conocía y los eligió desde hace mucho tiempo, y su Espíritu los ha hecho santos. Como resultado, ustedes lo obedecieron y fueron limpiados por la sangre de Jesucristo. Que Dios les conceda cada vez más gracia y paz.


Sin lugar a dudas, el que tiene el poder para bendecir es superior a quien recibe la bendición.


Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.


Les escribo a todos ustedes, los amados de Dios que están en Roma y son llamados a ser su pueblo santo. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.


Después, todo Israel —tanto los extranjeros como los israelitas de nacimiento— junto con sus ancianos, jefes y jueces fue dividido en dos grupos. Un grupo se paró frente al monte Gerizim, y el otro, delante del monte Ebal. Ambos grupos quedaron frente a frente y, entre ellos, estaban los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto del Señor. Todo se hizo de acuerdo a las órdenes que Moisés, siervo del Señor, había dado previamente para bendecir al pueblo de Israel.


En aquel tiempo, el Señor designó a los de la tribu de Leví para que se encargaran de llevar el arca del pacto del Señor y estuvieran delante del Señor para servirlo y pronunciar bendiciones en su nombre. Esas son las responsabilidades de ellos hasta el día de hoy.


Entonces Jacob volvió a bendecir al faraón antes de salir del palacio.


La siguiente es la bendición que Moisés, hombre de Dios, le dio al pueblo de Israel antes de morir:


Cuando Rebeca partía le dieron la siguiente bendición: «Hermana nuestra, ¡que llegues a ser la madre de muchos millones! Que tus descendientes sean fuertes y conquisten las ciudades de sus enemigos».


Luego Moisés revisó todo el trabajo. Cuando verificó que todo se había llevado a cabo tal como el Señor le había ordenado, los bendijo.


De pie bendijo en voz alta a toda la congregación de Israel diciendo:


Luego los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y Dios escuchó su oración desde su santa morada en el cielo.


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