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Nahúm 1:4 - Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Él da la orden y los océanos se secan y los ríos desaparecen. Los buenos pastizales de Basán y el Carmelo pierden su verdor, y los frondosos bosques del Líbano se marchitan.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Él amenaza al mar, y lo hace secar, y agosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano fue destruida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Amenaza a los mares y los seca, los ríos se quedan sin agua. El Basán y el Carmelo desfallecen y se marchita el verdor del Líbano,

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 g Reprende al mar, y lo hace secar, Evapora todos los ríos, d El Basán y el Carmelo aridecen, La flor del Líbano se marchita,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Guímel. Increpa al mar y lo seca, evapora todos los ríos. Dálet. Languidecen el Basán y el Carmelo, la flor del Líbano se marchita.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 Él reprende al mar, y lo hace secar, y seca todos los ríos: Languidecen Basán y el Carmelo, y la flor del Líbano se marchita.

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Nahúm 1:4
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La tierra de Israel se marchita con el duelo; el Líbano se seca a causa de la vergüenza. La llanura de Sarón es ahora un desierto; Basán y el Carmelo han sido saqueados.


Ordenó al mar Rojo que se secara y condujo a Israel a través del mar como si fuera un desierto.


¿Acaso no eres el mismo hoy, el que secó el mar, haciendo un camino en las profundidades para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado?


Cuando hable a los ríos y les diga: “¡Séquense!”, se secarán.


¿Qué te pasa, mar Rojo, qué te llevó a quitarte del camino? ¿Qué sucedió, río Jordán, que te hiciste a un lado?


El mar Rojo los vio venir y se apuró a quitarse del camino; el agua del río Jordán se hizo a un lado.


A tu orden, el agua huyó; al sonido de tu trueno, salió corriendo.


Hiciste que brotaran los manantiales y los arroyos, y secaste ríos que jamás se secan.


—¿Por qué tienen miedo? —preguntó Jesús—. ¡Tienen tan poca fe! Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma.


Es el Señor quien creó las estrellas, las Pléyades y el Orión. Él transforma la oscuridad en luz y el día en noche. Él levanta agua de los océanos y la vierte como lluvia sobre la tierra. ¡El Señor es su nombre!


Esto es lo que vio y oyó: «¡La voz del Señor rugirá desde el monte Sion; su voz tronará desde Jerusalén! Los buenos pastizales de los pastores se secarán, y la hierba del monte Carmelo se marchitará y morirá».


Secaré el río Nilo y venderé el país a hombres perversos. Haré destruir la tierra de Egipto y todo lo que haya allí por manos de extranjeros. ¡Yo, el Señor, he hablado!


Dije: “De aquí no pasarás. ¡Aquí se detendrán tus orgullosas olas!”.


Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el barco. Envió un viento que soplara sobre la tierra, y las aguas del diluvio comenzaron a retirarse.


el agua que venía de río arriba dejó de fluir y comenzó a amontonarse a una gran distancia de allí, a la altura de una ciudad llamada Adán, que está cerca de Saretán. Y el agua que estaba río abajo desembocó en el mar Muerto hasta que el lecho del río quedó seco. Después, todo el pueblo cruzó cerca de la ciudad de Jericó.


Luego, a la orden del Señor, a la ráfaga de su aliento, pudo verse el fondo del mar, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.


Allanaré los montes y las colinas y arruinaré toda su vegetación. Convertiré los ríos en tierra seca y secaré todas las lagunas.


Todos los seres vivientes —los peces en el mar, las aves del cielo, los animales del campo, los pequeños animales que corren por el suelo y toda la gente de la tierra— temblarán de terror ante mi presencia. Se derrumbarán las montañas, se desintegrarán los acantilados y las murallas caerán al suelo.


Él extendió la mano desde el cielo y me rescató; me sacó de aguas profundas.


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