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Miqueas 2:1 - Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Qué aflicción les espera a ustedes que despiertan en la noche, tramando planes malvados! Se levantan al amanecer y se apuran a realizarlos, solo porque tienen el poder para hacerlo.

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Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pobres de ustedes que meditan la injusticia, que toda la noche traman el mal, y al amanecer lo ejecutan cuando está a su alcance.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Ay de quienes planean maldades y traman iniquidad en sus camas! Que al clarear la mañana las ejecutan con el poder que tienen en su mano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ay de quienes traman injusticias, urden el mal en sus lechos y al clarear la mañana lo ejecutan, porque está al alcance de sus manos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 ¡Ay de los que traman iniquidad, y de los que fabrican el mal en sus camas! Cuando viene la mañana lo ponen por obra, porque tienen en su mano el poder.

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Miqueas 2:1
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Se quedan despiertos por la noche tramando planes pecaminosos. Sus acciones nunca son buenas; no hacen ningún intento por alejarse del mal.


Las sutiles artimañas de los canallas son maliciosas; traman planes torcidos. Mienten para condenar a los pobres, aun cuando la causa de los pobres es justa.


¿Quién es este perverso consejero tuyo que maquina el mal contra el Señor?


Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios. Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres.


Entonces el pueblo dijo: «Vengan, busquemos la manera de detener a Jeremías. Ya tenemos suficientes sacerdotes, sabios y profetas. No necesitamos que él enseñe la palabra ni que nos dé consejos ni profecías. Hagamos correr rumores acerca de él y no hagamos caso a lo que dice».


Las manos de ustedes son manos de asesinos, y tienen los dedos sucios de pecado. Sus labios están llenos de mentiras y su boca vomita corrupción.


Pues las personas malvadas no pueden dormir sin hacer la mala acción del día. No pueden descansar sin antes hacer tropezar a alguien.


No dejes de hacer el bien a todo el que lo merece, cuando esté a tu alcance ayudarlos.


Yo podría destruirte, pero el Dios de tu padre se me apareció anoche y me advirtió: “¡Deja en paz a Jacob!”.


A la mañana siguiente, un grupo de judíos se reunió y se comprometió mediante un juramento a no comer ni beber hasta matar a Pablo.


Entonces Jesús le dijo: —No tendrías ningún poder sobre mí si no te lo hubieran dado desde lo alto. Así que el que me entregó en tus manos es el que tiene el mayor pecado.


Presenciarás el momento en el que se lleven a tus hijos e hijas como esclavos. Se te partirá el corazón por ellos, pero no podrás hacer nada para ayudarlos.


Así que ustedes y el Concilio Supremo deberían pedirle al comandante que lleve otra vez a Pablo ante el Concilio. Aparenten que quieren examinar su caso más a fondo. Nosotros lo mataremos en el camino».


El Señor aprueba a los que son buenos, pero condena a quienes traman el mal.


Los maestros de la ley religiosa y principales sacerdotes querían arrestar a Jesús en ese mismo momento, porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados; pero tenían miedo de la reacción de la gente.


Muy temprano por la mañana, los principales sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley religiosa —todo el Concilio Supremo— se reunieron para hablar del próximo paso. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano.


El Espíritu me dijo: «Hijo de hombre, estos son los hombres que piensan hacer maldades y dan consejos perversos en esta ciudad.


pero cuando Ester se presentó ante el rey, él emitió un decreto que causó que el plan siniestro de Amán se volviera en su contra, y tanto Amán como sus hijos fueron atravesados en un poste afilado.


Entonces Zeres, la esposa de Amán, y todos sus amigos sugirieron: «Levanta un poste afilado que mida veintitrés metros de altura y, mañana por la mañana, pídele al rey que atraviese a Mardoqueo en el poste. Después de eso, podrás seguir alegremente tu camino al banquete con el rey». A Amán le gustó la idea, y ordenó que colocaran el poste.


Luego Amán se acercó al rey Jerjes y le dijo: «Hay cierta raza dispersada por todas las provincias del imperio que se mantiene aislada de todas las demás. Tienen leyes diferentes de los demás pueblos y se niegan a obedecer las leyes del rey. Por lo tanto, no conviene a los intereses del rey que ese pueblo siga con vida.


El asesino se levanta de madrugada para matar al pobre y al necesitado; por la noche es un ladrón.


Si te propones hacer el mal, te perderás; si te propones hacer el bien, recibirás amor inagotable y fidelidad.


Los burlones ya no existirán, los arrogantes desaparecerán, y los que traman el mal serán muertos.


¡Asesinos! ¡Idólatras! ¡Adúlteros! ¿Acaso la tierra habría de pertenecerles?’”.


»”Esto dice el Señor Soberano: en ese tiempo, te vendrán a la mente malos pensamientos y tramarás una estrategia perversa.


Además, el príncipe nunca podrá quitarle a nadie su tierra por la fuerza. Si le regala propiedades a sus hijos, tendrán que ser de su propia tierra, porque no deseo que ninguno de mi pueblo sea desalojado injustamente de su propiedad”».


Los ricos entre ustedes llegaron a tener mucho dinero mediante la extorsión y la violencia. Tus habitantes están tan acostumbrados a mentir que su lengua ya no puede decir la verdad.


No opriman a las viudas ni a los huérfanos ni a los extranjeros ni a los pobres. Tampoco tramen el mal unos contra otros.


—¿Acaso no eres tú el rey de Israel? —preguntó Jezabel—. Levántate y come algo, no te preocupes por eso. ¡Yo te conseguiré el viñedo de Nabot!


Conciben desgracia y dan a luz maldad; su vientre produce engaño».


Tu amor inagotable, oh Señor, es tan inmenso como los cielos; tu fidelidad sobrepasa las nubes.


Estos malvados son pecadores de nacimiento; desde que nacieron mienten y siguen su propio camino.


El Señor se presenta para pronunciar juicio sobre los ancianos y los gobernantes de su pueblo: «Ustedes han destruido a Israel, mi viñedo. Sus casas están llenas de cosas robadas a los pobres.


¡Qué aflicción para ustedes que se apropian de una casa tras otra y de un campo tras otro hasta que todos queden desalojados y ustedes vivan solos en la tierra!


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