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Mateo 9:23 - Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Cuando Jesús llegó a la casa del oficial, vio a una ruidosa multitud y escuchó la música del funeral.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Al llegar Jesús a la casa del jefe, vio a los flautistas y el alboroto de la gente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Cuando llegó a la casa del principal,° viendo a los flautistas y a la muchedumbre que alborotaba,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Cuando Jesús llegó a la casa del dignatario y vio a los flautistas y el tumulto que hacía la gente

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 Y cuando Jesús llegó a casa del principal, y vio los tañedores de flautas, y la gente que hacía bullicio,

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Mateo 9:23
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El profeta Jeremías compuso cantos fúnebres en honor de Josías, y hasta el día de hoy los coros siguen entonando estos tristes cantos acerca de su muerte. Estos cantos de duelo se han convertido en una tradición y están registrados en El libro de los lamentos.


Así que Pedro regresó con ellos y, tan pronto como llegó, lo llevaron al cuarto de la planta alta. El cuarto estaba lleno de viudas que lloraban y le mostraban a Pedro las túnicas y demás ropa que Dorcas les había hecho.


Se parecen a los niños que juegan en la plaza. Se quejan ante sus amigos: “Tocamos canciones de bodas, y no bailaron; entonces tocamos cantos fúnebres, y no lloraron”.


“Tocamos canciones de bodas, y no bailaron; entonces tocamos cantos fúnebres, y no se lamentaron”.


Tanto el grande como el humilde morirán en esta tierra. Nadie los enterrará ni se lamentará por ellos. Sus amigos no se cortarán la piel ni se afeitarán la cabeza en señal de tristeza.


Gime en silencio, pero sin que haya lamentos junto a su tumba. No te descubras la cabeza ni te quites las sandalias. No cumplas con los ritos acostumbrados en el tiempo de duelo ni aceptes la comida de los amigos que se acerquen a consolarte».


Pablo bajó, se inclinó sobre él y lo tomó en sus brazos. «No se preocupen —les dijo—, ¡está vivo!».


Nunca más se oirá en ti el sonido de las arpas, los cantantes, las flautas y las trompetas. No se encontrarán en ti ni artesanos ni comercio, ni se volverá a oír el sonido del molino.


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