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Mateo 8:34 - Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, pero le rogaron que se fuera y los dejara en paz.

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Biblia Reina Valera 1960

34 Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Y todo el pueblo salió entonces al encuentro de Jesús, y al verlo, le rogaron que se alejara de sus contornos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando lo vieron, le suplicaron que abandonase aquellos territorios.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

34 Y he aquí, toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.

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Mateo 8:34
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entonces fueron a la cárcel y se disculparon con ellos. Luego los sacaron de allí y les suplicaron que se fueran de la ciudad.


Cuando Simón Pedro se dio cuenta de lo que había sucedido, cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —Señor, por favor, aléjate de mí; soy un hombre tan pecador.


Sin embargo, le dicen a Dios: “Vete, no queremos nada de ti ni de tus caminos.


Pues dijeron a Dios: “¡Déjanos en paz! ¿Qué puede hacernos el Todopoderoso?”.


Entonces ella le dijo a Elías: —¡Ay, hombre de Dios! ¿Qué me ha hecho usted? ¿Ha venido aquí para señalarme mis pecados y matar a mi hijo?


En cuanto vio a Jesús, soltó un alarido y cayó al suelo frente a él, y gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por favor, te suplico que no me tortures!».


Comenzaron a gritarle: «¿Por qué te entrometes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para torturarnos antes del tiempo establecido por Dios?».


Cuando Acab vio a Elías, exclamó: —¿Así que realmente eres tú, el alborotador de Israel?


Así que Samuel hizo como el Señor le indicó. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo salieron a su encuentro temblando. —¿Qué pasa? —le preguntaron—. ¿Vienes en son de paz?


Sin embargo, ¿para qué arriesgarnos otra vez a morir? Si el Señor nuestro Dios vuelve a hablarnos, seguramente moriremos y seremos consumidos por ese imponente fuego.


Entonces Amasías envió órdenes a Amós: —¡Vete de aquí, profeta! ¡Regresa a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allí!


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