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Mateo 14:33 - Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.

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Biblia Reina Valera 1960

33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 y los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo: '¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Y los que estaban en la barca° lo adoraron, diciendo: Verdaderamente Tú eres el Hijo de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 Los que estaban en la barca se postraron ante él, exclamando: '¡Realmente, eres Hijo de Dios!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.

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Mateo 14:33
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El rey proclama el decreto del Señor: «El Señor me dijo: “Tú eres mi hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre.


—Sí, Señor —le dijo ella—. Siempre he creído que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que ha venido de Dios al mundo.


Entonces Natanael exclamó: —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel!


y quedó demostrado que era el Hijo de Dios cuando fue resucitado de los muertos mediante el poder del Espíritu Santo. Él es Jesucristo nuestro Señor.


Esta es la Buena Noticia acerca de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios. Comenzó


Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.


Simón Pedro contestó: —Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.


Después de decir todas esas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que él, a su vez, te dé la gloria a ti.


Muchos estaban poseídos por demonios, los cuales salieron a su orden gritando: «¡Eres el Hijo de Dios!». Pero como ellos sabían que él era el Mesías, los reprendió y no los dejó hablar.


El oficial romano que estaba frente a él, al ver cómo había muerto, exclamó: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».


Cuando vieron a Jesús, lo adoraron, ¡pero algunos de ellos dudaban!


Mientras iban, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas corrieron hasta él, abrazaron sus pies y lo adoraron.


Pero Jesús guardó silencio. Entonces el sumo sacerdote le dijo: —Te exijo, en el nombre del Dios viviente, que nos digas si eres el Mesías, el Hijo de Dios.


Los líderes judíos respondieron: —Según nuestra ley, debe morir porque afirmó que era el Hijo de Dios.


Entonces ellos lo adoraron y regresaron a Jerusalén llenos de gran alegría;


El oficial romano y los otros soldados que estaban en la crucifixión quedaron aterrorizados por el terremoto y por todo lo que había sucedido. Dijeron: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».


Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más: —¡Señor, ayúdame!


En ese tiempo, el diablo se le acercó y le dijo: —Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en pan.


—¡Miren! —gritó Nabucodonosor—. ¡Yo veo a cuatro hombres desatados que caminan en medio del fuego sin sufrir daño! ¡Y el cuarto hombre se parece a un dios!


Mientras iban juntos, llegaron a un lugar donde había agua, y el eunuco dijo: «¡Mira, allí hay agua! ¿Qué impide que yo sea bautizado?».


En cuanto vio a Jesús, soltó un alarido y cayó al suelo frente a él, y gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por favor, te suplico que no me tortures!».


Pero Jesús se mantuvo callado y no contestó. Entonces el sumo sacerdote le preguntó: —¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?


Confió en Dios, entonces, ¡que Dios lo rescate ahora si lo quiere! Pues dijo: “Soy el Hijo de Dios”».


No había terminado de hablar cuando una nube brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él».


Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra.


Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo.


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