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Mateo 11:23 - Biblia Nueva Traducción Viviente

23 »Y ustedes, los de Capernaúm, ¿serán honrados en el cielo? No, descenderán al lugar de los muertos. Pues, si hubiera hecho en la perversa ciudad de Sodoma los milagros que hice entre ustedes, la ciudad estaría aquí hasta el día de hoy.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Y tú, Cafarnaún, ¿subirás hasta el cielo? No, bajarás donde los muertos. Porque si los milagros que se han realizado en ti, se hubieran hecho en Sodoma, todavía hoy existiría Sodoma.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Y tú, Cafarnaum,° ¿acaso serás exaltada° hasta el cielo? ¡Hasta el Hades serás abatida!° Porque si en Sodoma° se hubieran hecho los milagros que se hicieron en ti, habría permanecido hasta hoy.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Y tú, Cafarnaún, ¿es que te vas a encumbrar hasta el cielo? ¡Hasta el infierno serás derribada! Porque, si en Sodoma se hubieran realizado los mismos milagros que en ti, todavía hoy estaría en pie.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 Y tú, Capernaúm, que hasta el cielo eres levantada, hasta el infierno serás abajada; porque si en Sodoma hubiesen sido hechos los milagros hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy.

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Mateo 11:23
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Primero fue a Nazaret, luego salió de allí y siguió hasta Capernaúm, junto al mar de Galilea, en la región de Zabulón y Neftalí.


Pero los habitantes de esa región eran sumamente perversos y no dejaban de pecar contra el Señor.


Y sus cuerpos quedarán tendidos en la calle principal de Jerusalén, la ciudad que simbólicamente se llama «Sodoma» y «Egipto», la ciudad en la cual su Señor fue crucificado.


Asimismo no se olviden de Sodoma y Gomorra ni de las ciudades vecinas, las cuales estaban llenas de inmoralidad y de toda clase de perversión sexual. Esas ciudades fueron destruidas con fuego y sirven como advertencia del fuego eterno del juicio de Dios.


Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos ni permitirás que tu Santo se pudra en la tumba.


Pues aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados».


Ahora te digo que tú eres Pedro (que significa “roca”), y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.


Cuando Jesús regresó a Capernaúm, un oficial romano se le acercó y le rogó:


pero aunque te remontes tan alto como las águilas y construyas tu nido entre las estrellas, te haré caer estrepitosamente», dice el Señor.


En su enojo el Señor cubrió de sombras a la bella Jerusalén. La más hermosa de las ciudades de Israel yace en el polvo, derrumbada desde las alturas del cielo. En su día de gran enojo el Señor no mostró misericordia ni siquiera con su templo.


y fue al lugar de los muertos. Allí, en medio del tormento, vio a Abraham a lo lejos con Lázaro junto a él.


Entonces Jesús les dijo: «Seguramente ustedes me citarán el proverbio que dice: “Médico, cúrate a ti mismo” para decirme: “Haz milagros aquí en tu propio pueblo como los que hiciste en Capernaúm”.


Cuando llegaron a Capernaúm, los cobradores del impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: —¿Tu maestro no paga el impuesto del templo?


Te enviaré a la fosa para que te reúnas con los que descendieron allí hace mucho tiempo. Tu ciudad quedará en ruinas, sepultada bajo tierra, como los que están en la fosa, quienes entraron al mundo de los muertos. Aquí, en el mundo de los vivos, no tendrás ningún lugar de honor.


Que ningún árbol de ninguna otra nación se envanezca por su propia grandeza, aunque supere la altura de las nubes y reciba agua de lo profundo. Pues todos están condenados a morir y a descender a las profundidades de la tierra. Caerán a la fosa junto con el resto del mundo.


«Hijo de hombre, laméntate por las multitudes de Egipto y por las demás naciones poderosas. Pues los enviaré al mundo de abajo, junto con los que descienden a la fosa.


»Allí está Elam, rodeado por las tumbas de todas sus multitudes, los que fueron masacrados a espada. Antes infundían terror en el corazón de muchos por todas partes, ahora descendieron como paganos al mundo de abajo. Ahora yacen en la fosa, con la misma vergüenza de los que murieron antes que ellos.


Les digo la verdad, el día del juicio les irá mejor a las ciudades perversas de Sodoma y Gomorra que a esa ciudad.


Y ustedes, los de Capernaúm, ¿serán honrados en el cielo? No, descenderán al lugar de los muertos».


David estaba mirando hacia el futuro y hablaba de la resurrección del Mesías. Él decía que Dios no lo dejaría entre los muertos ni permitiría que su cuerpo se pudriera en la tumba.


Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba.


Levanté la vista y vi un caballo de color verde pálido. El jinete se llamaba Muerte y su compañero era la Tumba. A estos dos se les dio autoridad sobre una cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre y con enfermedad y con animales salvajes.


El mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba también entregaron sus muertos; y todos fueron juzgados según lo que habían hecho.


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