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Marcos 4:38 - Biblia Nueva Traducción Viviente

38 Jesús estaba dormido en la parte posterior de la barca, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?», gritaron.

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Biblia Reina Valera 1960

38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

38 Mientras tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín. Lo despertaron diciendo: 'Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

38 Y Él estaba en popa, durmiendo sobre el cabezal. Y lo despiertan° y le dicen: ¡Maestro!, ¿no te importa que perezcamos?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

38 Mientras tanto, él seguía durmiendo en la popa sobre un cabezal. Ellos lo despiertan y le dicen: 'Maestro, ¿es que no te importa que nos hundamos?'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

38 Y Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y despertándole, le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

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Marcos 4:38
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.


Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó.


Los discípulos fueron a despertarlo: —Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar! —gritaron.


Los discípulos fueron a despertarlo: «¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos vamos a ahogar!», gritaron. Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y a las tempestuosas olas. De repente la tormenta se detuvo, y todo quedó en calma.


Después de todo esto, Señor, ¿aún rehusarás ayudarnos? ¿Permanecerás callado y nos castigarás?


Por lo tanto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos, para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo.


Allí estaba el pozo de Jacob; y Jesús, cansado por la larga caminata, se sentó junto al pozo cerca del mediodía.


Señor, mira desde el cielo; míranos desde tu santo y glorioso hogar. ¿Dónde están la pasión y el poder que solías manifestar a nuestro favor? ¿Dónde están tu misericordia y tu compasión?


Y a pesar de que lloro y grito, cerró sus oídos a mis oraciones.


Enviaron a algunos de sus discípulos, junto con los partidarios de Herodes, a buscarlo. —Maestro —dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Enseñas con verdad el camino de Dios. Eres imparcial y no tienes favoritismos.


Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua.


Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.


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