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Marcos 1:41 - Biblia Nueva Traducción Viviente

41 Movido a compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano!

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Biblia Reina Valera 1960

41 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: 'Quiero, queda limpio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Y se le enternecieron las entrañas, y extendiendo su mano lo tocó, y le dice: Quiero, ¡sé limpio!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Movido a compasión, extendió la mano, lo tocó y le dice: 'Quiero; queda limpio'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

41 Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.

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Marcos 1:41
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor.


Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó.


Por lo tanto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos, para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo.


Cuando Jesús salió de la barca, vio a la gran multitud y tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor. Entonces comenzó a enseñarles muchas cosas.


El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo.


La tomó de la mano y le dijo: «Talita cum», que significa «¡Niña, levántate!».


Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.


Entonces Dios dijo: «Que haya luz»; y hubo luz.


Pues cuando habló, el mundo comenzó a existir; apareció por orden del Señor.


Un hombre con lepra se acercó, se arrodilló ante Jesús y le suplicó que lo sanara. —Si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio —dijo.


Al instante, la lepra desapareció y el hombre quedó sano.


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