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Lucas 8:31 - Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Los demonios seguían suplicándole a Jesús que no los enviara al abismo sin fondo.

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Biblia Reina Valera 1960

31 Y le rogaban que no los mandase ir al abismo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 y rogaban a Jesús que no les ordenara volver al abismo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Y le rogaban que no les mandara ir al abismo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Y le rogaban que no les mandara irse al abismo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

31 Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.

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Lucas 8:31
14 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

»Luego el Rey se dirigirá a los de la izquierda y dirá: “¡Fuera de aquí, ustedes, los malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus demonios !


Y la bestia fue capturada, y junto con ella, el falso profeta que hacía grandes milagros en nombre de la bestia; milagros que engañaban a todos los que habían aceptado la marca de la bestia y adorado a su estatua. Tanto la bestia como el falso profeta fueron lanzados vivos al lago de fuego que arde con azufre.


La bestia que viste, antes vivía pero ya no. Sin embargo, pronto subirá del abismo sin fondo e irá a la destrucción eterna. Los que pertenecen a este mundo, cuyos nombres no fueron escritos en el libro de la vida antes de la creación del mundo, se asombrarán al ver la reaparición de esta bestia, que había muerto.


Cuando los testigos hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo sin fondo declarará la guerra contra ellos, los conquistará y los matará.


Su rey es el ángel del abismo sin fondo; su nombre —el Destructor— en hebreo es Abadón y en griego es Apolión.


En cuanto vio a Jesús, soltó un alarido y cayó al suelo frente a él, y gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por favor, te suplico que no me tortures!».


Así que extiende tu mano y quítale la salud, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!


Así que extiende tu mano y quítale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!


Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana, y los demonios le suplicaron que les permitiera entrar en los cerdos. Entonces Jesús les dio permiso.


Ni tampoco digas: “¿Quién descenderá al lugar de los muertos?” (para volver a Cristo de nuevo a la vida)».


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