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Lucas 4:32 - Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Allí también la gente quedó asombrada de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 y su enseñanza hacía gran impacto sobre la gente, porque hablaba con autoridad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 y se quedaban atónitos de su manera de enseñar, porque su palabra estaba revestida de autoridad.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

32 Y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.

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Lucas 4:32
15 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

La gente, asombrada, exclamó: «¡Qué poder y autoridad tienen las palabras de este hombre! Hasta los espíritus malignos lo obedecen y huyen a su orden».


Solo el Espíritu da vida eterna; los esfuerzos humanos no logran nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida,


Debes enseñar estas cosas y alentar a los creyentes a que las hagan. Tienes la autoridad para corregirlos cuando sea necesario, así que no permitas que nadie ignore lo que dices.


Pues, cuando les llevamos la Buena Noticia, no fue solo con palabras sino también con poder, porque el Espíritu Santo les dio plena certeza de que lo que decíamos era verdad. Y ya saben de nuestra preocupación por ustedes por la forma en que nos comportamos entre ustedes.


Rechazamos todas las acciones vergonzosas y los métodos turbios. No tratamos de engañar a nadie ni de distorsionar la palabra de Dios. Decimos la verdad delante de Dios, y todos los que son sinceros lo saben bien.


La gente quedó asombrada de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.


Todos los que lo oían quedaban asombrados de su entendimiento y de sus respuestas.


Cierta vez que Jesús estaba en la sinagoga, un hombre poseído por un demonio —un espíritu maligno— clamó, gritando:


—¡Jamás hemos oído a nadie hablar como él! —contestaron los guardias.


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