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Lucas 22:63 - Biblia Nueva Traducción Viviente

63 Los guardias que estaban a cargo de Jesús comenzaron a burlarse de él y a golpearlo.

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Biblia Reina Valera 1960

63 Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y le golpeaban;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

63 Los hombres que custodiaban a Jesús empezaron a burlarse de él y a darle golpes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

63 Y los hombres que lo tenían preso se burlaban de Él golpeándolo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

63 Entre tanto, los hombres que tenían preso a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

63 Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de Él y le golpeaban;

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Lucas 22:63
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entonces uno de los guardias del templo que estaba cerca le dio una bofetada a Jesús. —¿Es esa la forma de responder al sumo sacerdote? —preguntó.


No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia.


Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios.


¡Formen las tropas! El enemigo pone sitio a Jerusalén. Con una vara golpeará al líder de Israel en la cara.


Fue despreciado y rechazado: hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo. Nosotros le dimos la espalda y desviamos la mirada; fue despreciado, y no nos importó.


Pero muchos quedaron asombrados cuando lo vieron. Tenía el rostro tan desfigurado que apenas parecía un ser humano, y por su aspecto, no se veía como un hombre.


El Señor, el Redentor y Santo de Israel, le dice al que es despreciado y rechazado por las naciones, al que es el siervo de los gobernantes: «Los reyes se pondrán en posición de firmes cuando tú pases. Los príncipes se inclinarán hasta el suelo por causa del Señor, el fiel, el Santo de Israel, que te ha escogido».


No les permitas decir: «¡Miren, conseguimos lo que queríamos! ¡Ahora lo comeremos vivo!».


Como leones abren sus fauces contra mí; rugen y despedazan a su presa.


Y Pedro salió del patio, llorando amargamente.


Adentro, el sumo sacerdote comenzó a interrogar a Jesús acerca de sus seguidores y de lo que les había estado enseñando.


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