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Lucas 20:10 - Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha; pero los agricultores atacaron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 En el momento oportuno envió a un servidor a los inquilinos para que le entregaran su parte del fruto de la viña. Pero los inquilinos lo golpearon y lo hicieron volver con las manos vacías.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 A su debido tiempo° envió un siervo a los labradores, para que le dieran° del fruto de la viña, pero los labradores, después de golpearlo, lo enviaron manivacío.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 A su tiempo envió un criado a los viñadores, para que le dieran el fruto de la viña que le correspondía; pero los viñadores lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Y al tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores, le golpearon, y le enviaron vacío.

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Lucas 20:10
32 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

»Sin embargo, a pesar de todo esto, fueron desobedientes y se rebelaron contra ti. Dieron la espalda a tu ley, mataron a tus profetas, quienes les advertían que volvieran a ti, y cometieron terribles blasfemias.


Por lo tanto, mis amados hermanos, la cuestión es la siguiente: ustedes murieron al poder de la ley cuando murieron con Cristo y ahora están unidos a aquel que fue levantado de los muertos. Como resultado, podemos producir una cosecha de buenas acciones para Dios.


Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre.


»¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste.


Vez tras vez les envié profetas que decían: ‘Apártense de su conducta perversa y comiencen a hacer lo que es correcto. Dejen de rendir culto a otros dioses para que vivan en paz aquí en la tierra que les di a ustedes y a sus antepasados’; pero ustedes no querían escucharme ni obedecerme.


Así que arrestó al profeta Jeremías, ordenó que lo azotaran y que lo pusieran en el cepo junto a la puerta de Benjamín, en el templo del Señor.


No dicen de corazón: ‘Vivamos con temor reverente ante el Señor nuestro Dios, porque nos da la lluvia cada primavera y otoño, asegurándonos una cosecha en el tiempo apropiado’.


He castigado a tus hijos, pero no respondieron a mi disciplina. Tú mismo mataste a tus profetas como un león mata a su presa.


Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen.


En tu amor fuiste paciente con ellos durante muchos años. Enviaste tu Espíritu, quien les advertía por medio de los profetas. ¡Pero aun así no quisieron escuchar! Entonces nuevamente permitiste que los pueblos de la tierra los conquistaran;


Asa se enojó tanto con Hananí por haberle dicho esto, que lo echó en la cárcel y lo puso en el cepo. En ese tiempo, Asa también comenzó a oprimir a algunos de su pueblo.


Una y otra vez el Señor envió a sus profetas y videntes para dar a Israel y a Judá la siguiente advertencia: «Apártense de sus malos caminos. Obedezcan mis mandatos y decretos, es decir, toda la ley que les ordené a sus antepasados que obedecieran y que les di a ustedes a través de mis siervos, los profetas».


Entonces Sedequías, hijo de Quenaana, se acercó a Micaías y le dio una bofetada. —¿Desde cuándo el Espíritu del Señor salió de mí para hablarte a ti? —le reclamó.


Jesús se dirigió nuevamente a la gente y les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó un viñedo, lo alquiló a unos agricultores arrendatarios y se mudó a vivir a otro país por varios años.


Así que el dueño envió a otro siervo, pero a este también lo insultaron, le dieron una paliza y lo despacharon con las manos vacías.


Entonces Hanún tomó presos a los embajadores de David, les afeitó la barba, les cortó los mantos a la altura de las nalgas y los envió avergonzados de regreso a David.


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