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Lucas 14:35 - Biblia Nueva Traducción Viviente

35 La sal sin sabor no sirve ni para la tierra ni para el abono. Se tira. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!».

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Biblia Reina Valera 1960

35 Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 Ya no sirve para el campo ni para estiércol; se la tirará fuera. Escuchen, pues, si tienen oídos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 Ni para la tierra ni para abono es útil, y la echan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 Ya no sirve ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran fuera. El que tenga oidos para oír, que oiga'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

35 No es útil ni para la tierra, ni para el muladar; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.

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Lucas 14:35
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¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!


»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias.


»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del maná que ha sido escondido en el cielo. Y le daré a cada uno una piedra blanca, y en la piedra estará grabado un nombre nuevo que nadie comprende aparte de aquel que lo recibe.


»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. Los que salgan vencedores no sufrirán daño de la segunda muerte.


»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del fruto del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.


El que no permanece en mí es desechado como rama inútil y se seca. Todas esas ramas se juntan en un montón para quemarlas en el fuego.


«Escúchenme y recuerden lo que digo. El Hijo del Hombre será traicionado y entregado en manos de sus enemigos».


Pero otras semillas cayeron en tierra fértil. Estas semillas crecieron, ¡y produjeron una cosecha que fue cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!». Después de haber dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda».


El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda».


El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda».


»El jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le daré un cuidado especial y mucho fertilizante.


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