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Lucas 1:68 - Biblia Nueva Traducción Viviente

68 «Alaben al Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

68 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

68 Bendito el Señor Dios de Israel, Porque visitó e hizo redención a su pueblo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

68 ' Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha venido a ver a su pueblo y a traerle el rescate,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

68 Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,

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Lucas 1:68
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Alaben al Señor, Dios de Israel, quien vive desde siempre y para siempre. Que todo el pueblo diga: «¡Amén!». ¡Alabado sea el Señor!


Un gran temor se apoderó de la multitud, y alababan a Dios diciendo: «Un profeta poderoso se ha levantado entre nosotros» y «Dios ha visitado hoy a su pueblo».


Alaben al Señor, Dios de Israel, quien vive desde la eternidad hasta la eternidad. ¡Amén y amén!


Él pagó el rescate completo por su pueblo y les ha garantizado para siempre el pacto que hizo con ellos. ¡Qué santo e imponente es su nombre!


Entonces el pueblo de Israel quedó convencido de que el Señor había enviado a Moisés y a Aarón. Cuando supieron que el Señor se preocupaba por ellos y que había visto su sufrimiento, se inclinaron y adoraron.


y dijo: “Alabado sea el Señor, Dios de Israel, quien el día de hoy ha escogido a un sucesor que se siente en mi trono mientras yo aún vivo para presenciarlo”.


Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo.


Llegó justo en el momento que Simeón hablaba con María y José, y comenzó a alabar a Dios. Habló del niño a todos los que esperaban que Dios rescatara a Jerusalén.


Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación


Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados.


Después, David le dijo a toda la asamblea: «¡Alaben al Señor su Dios!». Y todos en la asamblea alabaron al Señor, Dios de sus antepasados, y se inclinaron y se arrodillaron ante el Señor y ante el rey.


Luego David alabó al Señor en presencia de toda la asamblea: «¡Oh Señor, Dios de nuestro antepasado Israel, que seas alabado por siempre y para siempre!


Y bendito sea Dios Altísimo, que derrotó a tus enemigos por ti». Luego Abram dio a Melquisedec una décima parte de todos los bienes que había recuperado.


Entonces dijo Noé: «¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem, y sea Canaán su siervo!


Te aplastarán contra el suelo, y a tus hijos contigo. Tus enemigos no dejarán una sola piedra en su lugar, porque no reconociste cuando Dios te visitó».


—Alabado sea el Señor, Dios de mi amo, Abraham —dijo—. El Señor ha mostrado amor inagotable y fidelidad a mi amo, porque me ha guiado directamente a los parientes de mi señor.


David le respondió a Abigail: —¡Alabado sea el Señor, Dios de Israel, quien hoy te ha enviado a mi encuentro!


«Alabado sea el Señor, Dios de Israel, quien cumplió la promesa que le hizo a mi padre David; pues le dijo a mi padre:


Él mismo redimirá a Israel de toda clase de pecado.


Ahora seremos rescatados de nuestros enemigos y de todos los que nos odian.


Nosotros teníamos la esperanza de que fuera el Mesías que había venido para rescatar a Israel. Todo esto sucedió hace tres días.


Con su propia sangre —no con la sangre de cabras ni de becerros— entró en el Lugar Santísimo una sola vez y para siempre, y aseguró nuestra redención eterna.


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