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Levítico 26:32 - Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Yo mismo devastaré su tierra, y los enemigos que vengan a apoderarse de ella quedarán horrorizados de lo que verán.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Yo devastaré la tierra de tal modo que sus mismos enemigos quedarán admirados y asombrados cuando vengan a ocuparla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Yo mismo asolaré el país, de modo que queden de ello asombrados vuestros enemigos que en él se establezcan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Yo mismo devastaré el país hasta tal punto que vuestros enemigos, que serán quienes lo habiten, se quedarán horrorizados.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

32 Yo asolaré también la tierra, y se pasmarán de ella vuestros enemigos que en ella moran;

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Levítico 26:32
28 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

«Haré de Jerusalén un montón de ruinas —dice el Señor—, y será un lugar frecuentado por chacales. Las ciudades de Judá serán abandonadas, y nadie vivirá en ellas».


Toda la tierra se convertirá en una desolada tierra baldía. Israel y las naciones vecinas servirán al rey de Babilonia por setenta años.


Reduciré a ruinas a Jerusalén, y así la haré un monumento a su necedad. Todos los que pasen por allí quedarán horrorizados y darán un grito ahogado a causa de la destrucción que verán.


Por lo tanto, su tierra quedará desolada; será un monumento a su necedad. Todos los que pasen por allí quedarán pasmados y menearán la cabeza con asombro.


Te volverás objeto de burla, de mofas y de horror. Servirás de advertencia a las naciones que te rodean. Ellas verán lo que sucede cuando el Señor castiga con enojo a una nación y la reprende, dice el Señor.


Fui a Jerusalén y a las otras ciudades de Judá, y sus reyes y funcionarios bebieron de la copa. Desde ese día hasta ahora ellos han sido una ruina desolada, un objeto de horror, desprecio y maldición.


y aunque ahora este templo sea imponente, todos los que pasen por allí quedarán horrorizados y darán un grito ahogado a causa del horror. Preguntarán: “¿Por qué habrá hecho el Señor cosas tan terribles a esta tierra y a este templo?”.


Serás un objeto de horror, de ridículo y de burla frente a todas las naciones donde el Señor te envíe.


»Cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, entonces sabrán que ha llegado el tiempo de su destrucción.


Aunque las higueras no florezcan y no haya uvas en las vides, aunque se pierda la cosecha de oliva y los campos queden vacíos y no den fruto, aunque los rebaños mueran en los campos y los establos estén vacíos,


»Oh Dios mío, inclínate y escúchame. Abre tus ojos y mira nuestra desesperación. Mira cómo tu ciudad —la ciudad que lleva tu nombre— está en ruinas. Esto rogamos, no porque merezcamos tu ayuda, sino debido a tu misericordia.


Durante el primer año de su reinado, yo, Daniel, al estudiar la palabra del Señor, según fue revelada al profeta Jeremías, aprendí que Jerusalén debía quedar en desolación durante setenta años.


porque Jerusalén está vacía y desolada; es un lugar donde merodean los chacales.


Ningún rey sobre toda la tierra, nadie en todo el mundo, hubiera podido creer que un enemigo lograra entrar por las puertas de Jerusalén.


El Señor no podía soportar más todas las cosas repugnantes que hacían; por eso convirtió la tierra de ustedes en objeto de maldición —una ruina desolada sin habitantes—, como sucede hasta hoy.


«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ustedes vieron las calamidades que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Ahora están abandonadas y en ruinas.


Él salió de su guarida como un león fuerte en busca de su presa, y la tierra quedará desolada por la espada del enemigo y por la ira feroz del Señor.


Tus ciudades santas están destruidas. Sion es un desierto; sí, Jerusalén no es más que una ruina desolada.


¡Miren! El Señor está a punto de destruir la tierra y convertirla en una inmensa tierra baldía. Él devasta la superficie de la tierra y dispersa a los habitantes.


Entonces yo dije: —Señor, ¿cuánto tiempo durará esto? Y él contestó: —Hasta que sus ciudades queden vacías, sus casas queden desiertas y la tierra entera quede seca y baldía;


Pero yo he oído al Señor de los Ejércitos Celestiales hacer un juramento solemne: «Muchas casas quedarán abandonadas; hasta mansiones hermosas estarán vacías.


La convertiré en un lugar silvestre donde no se podan las vides ni se remueve la tierra, un lugar cubierto de cardos y espinos. Ordenaré a las nubes que no dejen caer la lluvia sobre ella.


Lo han convertido en tierra baldía; escucho su triste lamento. Toda la tierra está desolada y a nadie siquiera le importa.


»Esto dice el Señor: ustedes dijeron: “Esta es una tierra desolada de donde la gente y los animales han desaparecido”. Sin embargo, en las calles desiertas de Jerusalén y de las otras ciudades de Judá volverán a oírse


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