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Lamentaciones 4:20 - Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Nuestro rey —el ungido del Señor, la vida misma de nuestra nación— quedó atrapado en sus lazos. ¡Pensábamos que su sombra nos protegería contra cualquier nación de la tierra!

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Biblia Reina Valera 1960

20 El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová, De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Nuestros perseguidores eran veloces, más que las águilas del cielo, nos perseguían por los montes, en el desierto nos armaban trampas. Nuestro rey, el ungido de Yavé, del que estábamos pendientes, quedó preso en sus redes; aquél de quien decíamos: A su sombra viviremos entre las naciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 r El aliento de nuestra vida,° el ungido de YHVH, fue atrapado en sus fosos, De quien habíamos dicho: A su sombra viviremos entre los gentiles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Res. Nuestro aliento vital, el ungido de Yahveh, fue atrapado en sus fosos: aquel de quien decíamos: 'A su sombra viviremos entre las naciones'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 El aliento de nuestra nariz, el ungido de Jehová fue apresado en sus fosos; de quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones.

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Lamentaciones 4:20
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Luego lanzaré mi red sobre él y lo capturaré con mi trampa. Lo llevaré a Babilonia, el territorio de los babilonios, aunque él nunca lo verá y allí morirá.


Sin embargo, las tropas babilónicas los persiguieron y alcanzaron a Sedequías en las llanuras de Jericó. Lo capturaron y lo llevaron ante el rey Nabucodonosor de Babilonia, que se encontraba en Ribla, en la tierra de Hamat. Allí el rey de Babilonia dictó sentencia contra Sedequías.


Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo: —¡Simei debe morir, porque maldijo al rey ungido por el Señor!


Luego el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló aliento de vida en la nariz del hombre, y el hombre se convirtió en un ser viviente.


Las puertas de Jerusalén se han hundido en la tierra; él rompió sus cerrojos y sus barrotes. Sus reyes y príncipes fueron desterrados a tierras lejanas; su ley dejó de existir. Sus profetas no reciben más visiones de parte del Señor.


Oh montes de Gilboa, que no caiga sobre ustedes lluvia ni rocío, ni haya campos fructíferos que produzcan ofrendas de grano. Pues fue allí donde se contaminó el escudo de los héroes poderosos; el escudo de Saúl ya no será ungido con aceite.


—¿Y cómo no tuviste temor de matar al ungido del Señor? —le preguntó David.


Pues el rey de Israel despreció el tratado y no lo cumplió aun después de jurar que lo haría; así que no escapará.


Sin embargo, las tropas babilónicas persiguieron al rey Sedequías y lo alcanzaron en las llanuras de Jericó, porque todos sus hombres lo habían abandonado y se habían dispersado.


Pero sus hombres se opusieron terminantemente e insistieron: —No debe ir. Si tenemos que salir en retirada y huir, aunque maten a la mitad de nosotros no cambiaría nada para las tropas de Absalón; es a usted al que buscan. Usted vale por diez mil de nosotros. Es mejor que se quede aquí en la ciudad y nos envíe ayuda si la necesitamos.


¡Eso no está nada bien! Juro por el Señor que tú y tus hombres merecen morir, ¡porque no protegiste a tu amo, el ungido del Señor! ¡Mira a tu alrededor! ¿Dónde están la lanza del rey y la jarra de agua que estaban junto a su cabeza?


—¡No! —dijo David—. No lo mates. Pues ¿quién quedará inocente después de atacar al ungido del Señor?


Este mismo día puede ver con sus propios ojos que no es verdad. Pues el Señor lo puso a mi merced allí en la cueva, y algunos de mis hombres me dijeron que lo matara, pero yo le perdoné la vida. Pues dije: “Nunca le haré daño al rey; él es el ungido del Señor”.


y les dijo a sus hombres: «Que el Señor me libre de hacerle tal cosa a mi señor el rey. No debo atacar al ungido del Señor, porque el Señor mismo lo ha elegido».


Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «¡Seguramente este es el ungido del Señor!».


—El Señor y su ungido son mis testigos hoy —declaró Samuel— de que mis manos están limpias. —Sí, él es nuestro testigo —respondieron.


Ahora testifiquen contra mí en presencia del Señor y ante su ungido. ¿A quién le he robado un buey o un burro? ¿Alguna vez he estafado a alguno de ustedes? ¿Alguna vez los he oprimido? ¿Alguna vez he aceptado soborno o he pervertido la justicia? Díganmelo y corregiré cualquier cosa incorrecta que haya hecho.


»Y ahora, mi señor, no puedo regresar a la casa de mi padre sin el muchacho. La vida de nuestro padre está ligada a la vida del muchacho.


El profeta Jeremías compuso cantos fúnebres en honor de Josías, y hasta el día de hoy los coros siguen entonando estos tristes cantos acerca de su muerte. Estos cantos de duelo se han convertido en una tradición y están registrados en El libro de los lamentos.


Capturaron al rey y lo llevaron ante el rey de Babilonia, que se encontraba en Ribla, en la tierra de Hamat. Allí el rey de Babilonia dictó sentencia contra Sedequías.


Sus hojas eran verdes y nuevas, y tenía abundancia de fruta para que todos comieran. Los animales salvajes vivían bajo su sombra y las aves anidaban en sus ramas. Todo el mundo se alimentaba de ese árbol.


Y el espino les respondió a los árboles: “Si realmente quieren que yo sea su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. Si no, que salga fuego de mí y consuma los cedros del Líbano”».


Cada uno será como refugio del viento y resguardo de la tormenta, como corrientes de agua en el desierto y sombra de una gran roca en tierra reseca.


También sus aliados fueron destruidos y estaban muertos. Habían descendido a la tumba todas esas naciones que una vez vivieron bajo su sombra.


Ahora, ¿dónde está tu rey? ¡Que él te salve! ¿Dónde están los líderes de la tierra, el rey y los funcionarios que me exigiste?


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