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Lamentaciones 3:48 - Biblia Nueva Traducción Viviente

48 ¡Ríos de lágrimas brotan de mis ojos por la destrucción de mi pueblo!

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Biblia Reina Valera 1960

48 Ríos de aguas echan mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

48 Torrentes de agua derraman mis ojos por la ruina de la Hija de mi pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

48 p Mis ojos derraman ríos de agua por la transgresión de la hija de mi pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

48 Torrentes de agua derraman mis ojos por el desastre de la hija de mi pueblo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

48 Ríos de aguas derraman mis ojos, por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

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Lamentaciones 3:48
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Lloré hasta que no tuve más lágrimas; mi corazón está destrozado. Mi espíritu se derrama de angustia al ver la situación desesperada de mi pueblo. Los niños y los bebés desfallecen y mueren en las calles.


¡Si tan solo mi cabeza fuera una laguna y mis ojos una fuente de lágrimas, lloraría día y noche por mi pueblo que ha sido masacrado!


¡Lloren a viva voz delante del Señor, oh murallas de la bella Jerusalén! Que sus lágrimas corran como un río, de día y de noche. No se den descanso; no les den alivio a sus ojos.


»Por todas estas cosas lloro; lágrimas corren por mis mejillas. No tengo a nadie que me consuele; todos los que podrían alentarme están lejos. Mis hijos no tienen futuro porque el enemigo nos ha conquistado».


Y si todavía se rehúsan a escuchar, lloraré a solas a causa de su orgullo. Mis ojos no podrán contener las lágrimas porque el rebaño del Señor será llevado al destierro.


¡Rápido! ¡Comiencen a llorar! Que las lágrimas fluyan de sus ojos.


¡Mi corazón, mi corazón, me retuerzo de dolor! ¡Mi corazón retumba dentro de mí! No puedo quedarme quieto. Pues he escuchado el sonar de las trompetas enemigas y el bramido de sus gritos de guerra.


Torrentes de lágrimas brotan de mis ojos, porque la gente desobedece tus enseñanzas.


Junto a los ríos de Babilonia, nos sentamos y lloramos al pensar en Jerusalén.


Ahora bien, Jeremías, diles esto: »“Mis ojos derraman lágrimas día y noche. No puedo dejar de llorar porque mi hija virgen —mi pueblo precioso— ha sido derribada y yace herida de muerte.


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