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Jueces 16:27 - Biblia Nueva Traducción Viviente

27 Ahora bien, el templo estaba totalmente lleno de gente. Todos los gobernantes filisteos estaban presentes, y en la azotea había cerca de tres mil hombres y mujeres, mirando el entretenimiento de Sansón.

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Biblia Reina Valera 1960

27 Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 El templo estaba lleno de hombres y mujeres. Allí estaban todos los jefes de los filisteos, y en la terraza había como tres mil hombres y mujeres que se divertían mirando a Sansón.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 Y el templo estaba lleno de hombres y mujeres; y todos los jefes de los filisteos estaban allí, y sobre las azoteas había como tres mil hombres y mujeres, observando el escarnio de Sansón.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 Estaba el edificio lleno de hombres y de mujeres, pues se hallaban allí todos los príncipes de los filisteos. En la terraza había unas tres mil personas entre hombres y mujeres, disfrutando de la diversión que les producía Sansón.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

27 Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los príncipes de los filisteos estaban allí; y en el techo había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.

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Jueces 16:27
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»Cuando edifiques una casa nueva, debes construir una reja alrededor de la azotea. De ese modo, si alguien se cae del techo, nadie podrá culparte de su muerte.


Una tarde, después del descanso de mediodía, David se levantó de la cama y subió a caminar por la azotea del palacio. Mientras miraba hacia la ciudad, vio a una mujer de belleza singular que estaba bañándose.


Esa noche, antes de que los espías se durmieran, Rahab subió a la azotea para hablar con ellos. Les dijo:


Pero había una torre fuerte dentro de la ciudad, y todos los habitantes, hombres y mujeres, corrieron a refugiarse allí. Se atrincheraron en su interior y subieron al techo de la torre.


Sansón le dijo al joven sirviente que lo llevaba de la mano: «Pon mis manos sobre las columnas que sostienen el templo. Quiero recostarme en ellas».


Entonces Sansón oró al Señor: «Señor Soberano, acuérdate de mí otra vez. Oh Dios, te ruego que me fortalezcas solo una vez más. Con un solo golpe, déjame vengarme de los filisteos por la pérdida de mis dos ojos».


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