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Jueces 16:20 - Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Entonces ella gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos han venido a capturarte!». Cuando se despertó, pensó: «Haré como antes y enseguida me liberaré»; pero no se daba cuenta de que el Señor lo había abandonado.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Entonces ella dijo: '¡Sansón, los filisteos te atacan!' El se despertó de su sueño y pensó: 'Me desataré como las otras veces y me libraré'. Pero no sabía que Yavé se había retirado lejos de él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Y ella exclamó: ¡Sansón, los filisteos te acometen! Él entonces, despertando de su sueño, se dijo: Como otras veces, saldré y seré librado. Pero no sabía que YHVH se había apartado de él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Ella gritó: '¡Sobre ti los filisteos, Sansón!'. Despertó él de su sueño y se dijo: 'Saldré como otras veces y me libraré'. No sabía que Yahveh se había retirado de él.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras, y me escaparé: no sabiendo que Jehová ya se había apartado de él.

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Jueces 16:20
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Ahora bien, el Espíritu del Señor se había apartado de Saúl, y el Señor envió un espíritu atormentador.


Después Saúl tenía miedo de David porque el Señor estaba con David pero se había apartado de él.


Por esa razón, los israelitas huyen derrotados de sus enemigos. Ahora Israel mismo será apartado para destrucción. No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron y que estaban destinadas para ser destruidas.


y salió al encuentro del rey Asa cuando este volvía de la batalla. «¡Escúcheme, Asa! —le gritó—. ¡Escuchen, todos ustedes de Judá y de Benjamín! ¡El Señor permanecerá con ustedes mientras ustedes permanezcan con él! Cada vez que lo busquen, lo encontrarán; pero si lo abandonan, él los abandonará a ustedes.


No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene de Dios.


El rendir culto a dioses ajenos consume sus fuerzas, pero ellos ni cuenta se dan. Su cabello se ha encanecido, pero no se dan cuenta de que están viejos y débiles.


¿Quién permitió que robaran e hirieran a Israel? Fue el Señor, contra quien pecamos, porque los israelitas no quisieron andar por su camino, ni quisieron obedecer su ley.


Después lo aseguró con la lanzadera del telar. Una vez más gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos han venido a capturarte!»; pero Sansón se despertó, arrancó la lanzadera del telar y sacó de un tirón su cabello del telar y de la tela.


—Ustedes no tienen la fe suficiente —les dijo Jesús—. Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible.


Así que lo llevé a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo».


Dalila había escondido a algunos hombres en una de las habitaciones internas de su casa, y gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos han venido a capturarte!»; pero Sansón rompió las cuerdas de arco como se rompe una cuerda cuando la quema el fuego. Así que no descubrieron el secreto de su fuerza.


Pero Sansón estuvo acostado solamente hasta la medianoche. Luego se levantó, agarró las puertas de la ciudad con los dos postes y las levantó con tranca y todo. Se las puso sobre los hombros y las llevó a cuestas hasta la cima de la colina situada frente a Hebrón.


¿Cómo podría una persona perseguir a mil de ellos y dos personas hacer huir a diez mil, a menos que la Roca de ellos los hubiera vendido, a menos que el Señor se los hubiera entregado?


No se rebelen contra el Señor y no teman al pueblo de esa tierra. ¡Para nosotros son como presa indefensa! ¡Ellos no tienen protección, pero el Señor está con nosotros! ¡No les tengan miedo!».


Dalila arrulló a Sansón hasta dormirlo con la cabeza sobre su regazo, y luego hizo entrar a un hombre para que le afeitara las siete trenzas del cabello. De esa forma, ella comenzó a debilitarlo, y la fuerza lo abandonó.


Así que los filisteos lo capturaron y le sacaron los ojos. Se lo llevaron a Gaza, donde lo ataron con cadenas de bronce y lo obligaron a moler grano en la prisión.


Al día siguiente, un espíritu atormentador de parte de Dios abrumó a Saúl, y comenzó a desvariar como un loco en su casa. David tocaba el arpa, tal como lo hacía cada día. Pero Saúl tenía una lanza en la mano,


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