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Juan 7:37 - Biblia Nueva Traducción Viviente

37 El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: «¡Todo el que tenga sed puede venir a mí!

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Biblia Reina Valera 1960

37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 El último día de la fiesta, que era el más solemne, Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: 'El que tenga sed, que venga a mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 En el último día, el más grande de la fiesta,° Jesús se puso en pie, y alzando la voz, dijo: ¡Si alguno tiene sed, venga a mí y beba!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 El último día de la fiesta, que era el más solemne, Jesús, puesto de pie, exclamó con voz fuerte: 'Quien tenga sed venga a mí y beba.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

37 En el último día, el gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó su voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

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Juan 7:37
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»¿Alguien tiene sed? Venga y beba, ¡aunque no tenga dinero! Vengan, tomen vino o leche, ¡es todo gratis!


pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna.


Jesús les respondió: —Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás.


¡Con alegría ustedes beberán abundantemente de la fuente de la salvación!


El Espíritu y la esposa dicen: «Ven». Que todos los que oyen esto, digan: «Ven». Todos los que tengan sed, vengan. Todo aquel que quiera, beba gratuitamente del agua de la vida.


Pues derramaré agua para calmar tu sed y para regar tus campos resecos; derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes, y mi bendición sobre tus hijos.


Jesús contestó: —Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva.


También dijo: «¡Todo ha terminado! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. A todo el que tenga sed, yo le daré a beber gratuitamente de los manantiales del agua de la vida.


Tengo sed de Dios, del Dios viviente. ¿Cuándo podré ir para estar delante de él?


Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua.


A ti levanto mis manos en oración; tengo sed de ti como la tierra reseca tiene sed de lluvia. Interludio


Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero.


Entre nosotros hay algunos que son judíos y otros que son gentiles; algunos son esclavos, y otros son libres. Pero todos fuimos bautizados en un solo cuerpo por un mismo Espíritu, y todos compartimos el mismo Espíritu.


Pues mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.


Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.


»El octavo día del festival, proclamen otro día santo. No hagan ningún trabajo habitual en ese día.


Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y también de la copa de los demonios. No pueden comer de la Mesa del Señor y también de la mesa de los demonios.


y todos bebieron la misma agua espiritual. Pues bebieron de la roca espiritual que viajaba con ellos, y esa roca era Cristo.


«Grita con la voz de un toque de trompeta. ¡Grita fuerte! No seas tímido. ¡Háblale a mi pueblo Israel de sus pecados!


Durante siete días presentarás ofrendas especiales al Señor. El octavo día es otro día santo en el que presentarás tus ofrendas especiales al Señor. Esta será una ocasión solemne, y en ese día no se permite ningún trabajo habitual.


No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu Santo


De la misma manera, tomó en sus manos la copa de vino después de la cena, y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre. Hagan esto en memoria de mí todas las veces que la beban».


Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.


Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré.


Sin embargo, ustedes se niegan a venir a mí para recibir esa vida.


Juan contestó con las palabras del profeta Isaías: «Soy una voz que clama en el desierto: “¡Abran camino para la llegada del Señor!”».


El Señor de los Ejércitos Celestiales protegerá a su pueblo, quien derrotará a sus enemigos lanzándoles grandes piedras. Gritarán en la batalla como si estuvieran borrachos con vino. Se llenarán de sangre como si fueran un tazón, empapados con sangre como las esquinas del altar.


¡Si son sabios, teman al Señor! Su voz llama a todos en Jerusalén: «Los ejércitos de destrucción se acercan; el Señor los envía.


Señor, ¡tú eres mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el día de aflicción! Las naciones del mundo entero vendrán a ti y te dirán: «Nuestros antepasados nos han dejado una herencia despreciable, porque rendían culto a ídolos inútiles.


«Ve y anuncia a gritos este mensaje a Jerusalén. Esto dice el Señor: »“Recuerdo qué ansiosa estabas por complacerme cuando eras una joven recién casada, cómo me amabas y me seguías aun a través de lugares desolados.


»Vengan a mí con los oídos bien abiertos. Escuchen, y encontrarán vida. Haré un pacto eterno con ustedes. Les daré el amor inagotable que le prometí a David.


Una voz dijo: «¡Grita!». Y yo pregunté: «¿Qué debo gritar?». «Grita que los seres humanos son como la hierba. Su belleza se desvanece tan rápido como las flores en un campo.


Esdras leyó del libro de la ley de Dios en cada uno de los siete días del festival. Luego, al octavo día, realizaron una asamblea solemne, tal como lo exigía la ley.


»Recuerda que este festival de siete días en honor al Señor —el Festival de las Enramadas— comienza el día quince del mes establecido, después que hayas cosechado todo lo que produce la tierra. El primer y el octavo día del festival serán días para descansar completamente.


Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «Es cierto, ustedes me conocen y saben de dónde provengo, pero no estoy aquí por mi propia cuenta. El que me envió es veraz, y ustedes no lo conocen;


Hablen con ternura a Jerusalén y díganle que se acabaron sus días tristes y que sus pecados están perdonados. Sí, el Señor le dio doble castigo por todos sus pecados».


¡He entrado en mi jardín, tesoro mío, esposa mía! Recojo mirra entre mis especias, y disfruto del panal con mi miel y bebo vino con mi leche. Oh amante y amada: ¡coman y beban! ¡Sí, beban su amor hasta saciarse!


Junto a las puertas de entrada a la ciudad, en el camino de ingreso, grita con fuerza:


El profeta Isaías se refería a Juan cuando dijo: «Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del Señor! ¡Ábranle camino!”».


Envió a sus sirvientes para que invitaran a todo el mundo. Ahora convoca desde el lugar más alto con vista a la ciudad:


¡Escuchen cuando la Sabiduría llama! ¡Oigan cuando el entendimiento alza su voz!


La Sabiduría hace oír su voz en las calles; clama en la plaza pública.


»Amo a todos los que me aman. Los que me buscan, me encontrarán.


Vivirán cantidad de criaturas vivientes por donde llegue el agua de este río. Abundarán los peces en el mar Muerto, pues sus aguas se volverán dulces. Florecerá la vida a donde llegue esta agua.


Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.


—Pero señor, usted no tiene ni una soga ni un balde —le dijo ella—, y este pozo es muy profundo. ¿De dónde va a sacar esa agua viva?


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