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Josué 3:8 - Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Dales la siguiente orden a los sacerdotes que llevan el arca del pacto: “Cuando lleguen a la orilla del río Jordán, den unos cuantos pasos dentro del río y deténganse allí”».

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Biblia Reina Valera 1960

8 Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Y tú darás esta orden a los sacerdotes que transportan el Arca de la Alianza: Apenas lleguen a orillas del caudal del Jordán, se detendrán en el Jordán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Tú mismo mandarás a los sacerdotes que cargan el Arca del Pacto, diciendo: Cuando lleguéis al borde de las aguas del Jordán, os detendréis en el mismo Jordán.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Ahora, pues, darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: al llegar al borde de las aguas del Jordán, os detendréis junto al Jordán'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hubiereis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán.

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Josué 3:8
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Mientras tanto, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del Señor se quedaron parados en tierra seca, en medio del lecho, mientras el pueblo pasaba frente a ellos. Los sacerdotes esperaron allí hasta que toda la nación de Israel terminó de cruzar el Jordán por tierra seca.


y dieron al pueblo las siguientes instrucciones: «Cuando vean a los sacerdotes levitas llevar el arca del pacto del Señor su Dios, dejen sus puestos y síganlos.


Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del Señor.


Uno de los hijos de Joiada, hijo de Eliasib, el sumo sacerdote, se había casado con la hija de Sanbalat, el horonita, por lo cual lo expulsé de mi presencia.


Luego ordené a los levitas que se purificaran y vigilaran las puertas para preservar la santidad del día de descanso. ¡Recuerda también esta buena obra, oh Dios mío! Ten compasión de mí conforme a tu grande e inagotable amor.


Al mismo tiempo, la mano de Dios estaba sobre la gente en la tierra de Judá, y les dio un solo corazón para obedecer las órdenes del rey y de sus funcionarios, quienes seguían la palabra del Señor.


El rey Ezequías y los funcionarios ordenaron a los levitas que alabaran al Señor con los salmos escritos por David y por el vidente Asaf. De modo que ofrecieron alegres alabanzas y se inclinaron en adoración.


Entonces Ezequías ordenó que pusieran la ofrenda quemada sobre el altar. Mientras se presentaba la ofrenda quemada, comenzaron los cánticos de alabanza al Señor, al son de las trompetas y de los demás instrumentos de David, rey anterior de Israel.


Estos hombres reunieron a sus hermanos levitas, y todos se purificaron. Luego empezaron a purificar el templo del Señor, tal como el rey lo había ordenado. Se aseguraron de seguir todas las instrucciones del Señor al hacer su trabajo.


Pero Moisés les dijo: —No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen cómo el Señor los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos.


El Señor le dijo a Josué: «A partir de hoy, empezaré a convertirte en un gran líder a los ojos de todos los israelitas. Sabrán que yo estoy contigo, tal como estuve con Moisés.


Entonces Josué les dijo a los israelitas: «Vengan y escuchen lo que dice el Señor su Dios.


Entonces Elías le dijo a Eliseo: —Quédate aquí, porque el Señor me dijo que fuera al río Jordán. Pero una vez más, Eliseo respondió: —Tan cierto como que el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré! Así que siguieron juntos.


Y cuando todos estaban a salvo en la otra orilla, los sacerdotes terminaron de cruzar con el arca del Señor mientras el pueblo observaba.


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