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Josué 20:3 - Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Cualquier persona que mate a otra por accidente y sin intención podrá huir a una de esas ciudades; serán lugares para refugiarse de parientes que busquen venganza por la muerte de un familiar.

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Biblia Reina Valera 1960

3 para que se acoja allí el homicida que matare a alguno por accidente y no a sabiendas; y os servirán de refugio contra el vengador de la sangre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 donde pueda refugiarse el que haya dado muerte a otro por error o sin querer. Le servirán de refugio contra el vengador de la sangre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 para que pueda huir allá el homicida que mate a alguien sin intención, sin premeditación, y os sirvan de refugio contra el pariente de sangre.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 para que pueda refugiarse en ellas el homicida que haya matado a alguno inadvertidamente y sin querer. Os servirán de asilo contra el vengador de sangre.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Para que se refugie allí el homicida que matare a alguno por yerro y no a sabiendas, y os sean por refugio del vengador de la sangre.

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Josué 20:3
8 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

«Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: de esta manera deben proceder con aquellos que pecan involuntariamente, al hacer algo que viola uno de los mandatos del Señor.


Estas ciudades servirán como lugares de protección contra los parientes de la víctima que quieran vengar la muerte. No se le quitará la vida al responsable de la muerte antes de que la comunidad lo juzgue.


«Ahora diles a los israelitas que designen ciudades de refugio, tal como le indiqué a Moisés.


»Al llegar a una de esas ciudades, el que causó la muerte se presentará ante los ancianos en la puerta de la ciudad y les expondrá su caso. Ellos deberán permitirle la entrada a la ciudad y darle un lugar para vivir entre sus habitantes.


El pariente más cercano de la víctima es responsable de quitarle la vida al asesino. Cuando ellos se encuentren, el vengador debe quitarle la vida al asesino.


»Ahora bien, supongamos que alguien empuja a otro sin enemistad previa, o lanza algo que, sin intención, golpea a otro,


Luego ella dijo: —Por favor, júreme por el Señor su Dios que no dejará que nadie tome venganza contra mi hijo. No quiero más derramamiento de sangre. —Tan cierto como que el Señor vive —le respondió—, ¡no se tocará ni un solo cabello de la cabeza de tu hijo!


Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros.


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