Traigan todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi casa. Si lo hacen —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—, les abriré las ventanas de los cielos. ¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!
«Llegará el día —dice el Señor— en el que el grano y las uvas crecerán más rápido de lo que puedan ser cosechados. ¡Entonces los viñedos en las terrazas de las colinas de Israel destilarán vino dulce!
En aquel día las montañas destilarán vino dulce, y de los montes fluirá leche. El agua llenará los arroyos de Judá, y del templo del Señor brotará una fuente que regará el árido valle de las acacias.
Den rienda suelta a la hoz, porque la cosecha está madura. Vengan, pisen las uvas, porque el lagar está lleno. Los barriles rebosan con la perversidad de esas naciones».