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Joel 2:1 - Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Toquen las trompetas en Jerusalén! ¡Den la alarma en mi monte santo! Que todos tiemblen de miedo porque está cerca el día del Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 ¡Toquen la trompeta en Sión! Den la alarma en mi monte santo. ¡Tiemblen todos los habitantes del país, porque está cerca el día de Yavé: ¡Ahí viene!

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Soplad el shofar° en Sión! ¡Suene la alarma° en mi santo monte! ¡Tiemblen todos los moradores de esta tierra! Porque ya está cerca el día de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Tocad la trompeta en Sión, dad la alarma en mi monte santo! ¡Tiemblen todos los habitantes del país, porque llega el día de Yahveh; sí, ya está cerca!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Tocad la trompeta en Sión, y sonad alarma en mi santo monte: tiemblen todos los moradores de la tierra; porque viene el día de Jehová, porque está cercano.

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Joel 2:1
53 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El fin del mundo se acerca. Por consiguiente, sean serios y disciplinados en sus oraciones.


¡Toquen el cuerno de carnero en Jerusalén! Proclamen un tiempo de ayuno; convoquen al pueblo a una reunión solemne.


El día del Señor está cerca, el día cuando la destrucción viene de parte del Todopoderoso. ¡Qué terrible será aquel día!


«Entonces ustedes sabrán que yo, el Señor su Dios, habito en Sion, mi monte santo. Jerusalén será santa para siempre, y los ejércitos extranjeros nunca más volverán a conquistarla.


El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: «El día del juicio se acerca, ardiente como un horno. En aquel día el arrogante y el perverso serán quemados como paja. Serán consumidos, desde las raíces hasta las ramas.


En ese día ya no hará falta que sean avergonzados, porque dejarán de rebelarse contra mí. Quitaré al orgulloso y al arrogante de entre ustedes; no habrá más altivez en mi monte santo.


»Ese terrible día del Señor está cerca. Viene de prisa, un día de llanto amargo, un día cuando aun los hombres fuertes clamarán.


¿No me tienes respeto? ¿Por qué no tiemblas en mi presencia? Yo, el Señor, con la arena defino el límite del océano como frontera eterna que las aguas no pueden cruzar. Las olas pueden agitarse y rugir, pero nunca podrán pasar los límites que establecí.


Con mis manos hice tanto el cielo como la tierra; son míos, con todo lo que hay en ellos. ¡Yo, el Señor, he hablado! »Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido, a los que tiemblan ante mi palabra.


Pues ustedes saben muy bien que el día del regreso del Señor llegará inesperadamente, como un ladrón en la noche.


»¡Se acerca el día cuando yo, el Señor, juzgaré a todas las naciones paganas! Como le hiciste a Israel, así se hará contigo. Todas tus malas acciones recaerán sobre tu cabeza.


Cuando el cuerno de carnero toca la alarma, ¿no debería el pueblo estar alarmado? ¿Llega el desastre a una ciudad sin que el Señor lo haya planeado?


»¡Toquen alarma en Guibeá! ¡Hagan sonar la trompeta en Ramá! ¡Den el grito de guerra en Bet-avén! ¡Entren en batalla, oh guerreros de Benjamín!


Sí, ha llegado la hora; ¡este es el día! Que los comerciantes no se alegren por las ofertas, ni los vendedores lamenten sus pérdidas, porque todos ellos caerán bajo mi enojo terrible.


»¡Griten a la gente de Judá y proclamen a los de Jerusalén! Díganles que toquen alarma en toda la tierra: “¡Corran y salven sus vidas! ¡Huyan a las ciudades fortificadas!”.


Ustedes también deben ser pacientes. Anímense, porque la venida del Señor está cerca.


Queridos amigos, siempre siguieron mis instrucciones cuando estaba con ustedes; y ahora que estoy lejos, es aún más importante que lo hagan. Esfuércense por demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor.


un día de sonido de trompeta y gritos de batalla. ¡Caen las ciudades amuralladas y las más sólidas fortificaciones!


—¿Qué ves, Amós? —me preguntó. —Una cesta repleta de fruta madura —contesté. Entonces el Señor dijo: —Al igual que esta fruta, ¡Israel está maduro para el castigo! No volveré a demorar su castigo.


»¡Toquen alarma! El enemigo desciende como un águila sobre el pueblo del Señor, porque rompieron mi pacto y se rebelaron contra mi ley.


Cuando el centinela ve acercarse al enemigo, toca la alarma para advertir a los habitantes.


Dile al pueblo: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Pondré fin a este proverbio y pronto dejarán de citarlo’”. Ahora dales este nuevo proverbio en reemplazo del otro: “¡Ha llegado la hora de que se cumplan todas las profecías!”.


»¡El día del juicio ha llegado; tu destrucción está a la puerta! La perversidad y la soberbia de la gente han florecido en pleno.


Yo seguí orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, rogándole al Señor mi Dios por Jerusalén, su monte santo.


En vista de tus fieles misericordias, por favor, Señor, aparta tu enojo y furor de tu ciudad, Jerusalén, tu monte santo. Todas las naciones vecinas se burlan de Jerusalén y de tu pueblo por causa de nuestros pecados y de los pecados de nuestros antepasados.


»Ordeno que en mi reino toda persona tiemble con temor delante del Dios de Daniel. Pues él es el Dios viviente, y permanecerá para siempre. Su reino jamás será destruido, y su dominio nunca tendrá fin.


Ahora bien, si el centinela ve acercarse al enemigo y no toca la alarma para advertir a la gente, él será responsable de la cautividad del pueblo. Todos morirán en sus pecados, pero haré responsable al centinela por la muerte de ellos”.


»Cuando le digas todas estas cosas a la gente, ellos te preguntarán: “¿Por qué el Señor decretó cosas tan terribles contra nosotros? ¿Qué hemos hecho para merecer semejante trato? ¿Cuál es nuestro pecado contra el Señor nuestro Dios?”.


Nadie ofrecerá una comida para consolar a quienes estén de luto por un muerto, ni siquiera por la muerte de una madre o de un padre. Nadie enviará una copa de vino para consolarlos.


Escuchen este mensaje del Señor, ustedes que tiemblan ante sus palabras: «Su propio pueblo los odia y los expulsa por ser leales a mi nombre. “¡Que el Señor sea honrado! —se burlan—. ¡Alégrense en él!”. Pero ellos serán avergonzados.


Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales tiene asignado un día de juicio. Él castigará al orgulloso y al poderoso y derribará todo lo que esté enaltecido.


Me estremezco por mi temor a ti; quedo en temor reverente ante tus ordenanzas.


En el monte santo está la ciudad fundada por el Señor.


Al toque de ambas trompetas, todos deben reunirse ante ti a la entrada del tabernáculo;


»Ahora dice el Señor: regresaré al monte Sion y viviré en Jerusalén. Entonces Jerusalén se llamará la Ciudad Fiel; el monte del Señor de los Ejércitos Celestiales se llamará Monte Santo.


Así que todo Israel trasladó el arca del pacto del Señor entre gritos de alegría, toques de cuernos de carneros y trompetas, el estrépito de címbalos, y la música de arpas y liras.


Si el toque de trompeta no es entendible, ¿cómo sabrán los soldados que se les llama a la batalla?


porque ha llegado el gran día de su ira, ¿y quién podrá sobrevivir?».


Estas invadieron toda la tierra de Egipto en densos enjambres, y se asentaron desde un extremo del territorio hasta el otro. Fue la peor plaga de langostas en la historia de Egipto, y jamás hubo otra igual;


porque ya se acerca el día terrible, ¡el día del Señor! Será un día de nubes y de penumbra, un día de desesperación para las naciones.


El Señor va a la cabeza de la columna; con un grito los guía. Este es su ejército poderoso y ellos siguen sus órdenes. El día del Señor es algo imponente y pavoroso. ¿Quién lo podrá sobrevivir?


El sol se oscurecerá, y la luna se pondrá roja como la sangre antes de que llegue el grande y terrible día del Señor.


Miles y miles esperan en el valle de la decisión. Es allí donde llegará el día del Señor.


Qué aflicción les espera a ustedes que dicen: «¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!». No tienen la menor idea de lo que desean. Ese día no traerá luz, sino oscuridad.


¡Atención, viene el día del Señor, cuando tus posesiones serán saqueadas frente a ti!


«Haz dos trompetas de plata labrada a martillo para convocar a la comunidad a reunirse y dar la señal de levantar el campamento.


Griten de terror, porque ha llegado el día del Señor, el momento para que el Todopoderoso destruya.


Pues miren, el día del Señor ya viene, el día terrible de su furia y de su ira feroz. La tierra quedará desolada, y con ella los pecadores serán destruidos.


»”Hijo de hombre, grita y laméntate; golpéate los muslos con angustia, porque esa espada masacrará a mi pueblo y a sus líderes: ¡todos morirán!


Guarden silencio en presencia del Señor Soberano, porque se acerca el imponente día del juicio del Señor. El Señor ha preparado a su pueblo para una gran matanza y ha seleccionado a sus verdugos.


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