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Job 33:27 - Biblia Nueva Traducción Viviente

27 Declarará a sus amigos: “Pequé y torcí la verdad, pero no valió la pena.

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Biblia Reina Valera 1960

27 Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha aprovechado,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Luego publica lo sucedido y dice entre los hombres: 'Había yo pecado y torcido el derecho, pero Dios no me ha tratado según mi culpa,

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 Cantaría entre los hombres diciendo: ¡Pequé y pervertí lo recto, Pero no me fue tomado en cuenta!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 lo repite a la gente diciendo: 'Había pecado y violado la justicia, pero él no me pagó según mi falta;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

27 Él mira sobre los hombres; y si alguno dice: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado;

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Job 33:27
30 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿Y cuál fue la consecuencia? Que ahora están avergonzados de las cosas que solían hacer, cosas que terminan en la condenación eterna;


Entonces David confesó a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán respondió: —Sí, pero el Señor te ha perdonado, y no morirás por este pecado.


El Señor mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios.


Amo la ley de Dios con todo mi corazón,


¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?


Pero si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena.


»En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”.


¿Puede alguien esconderse de mí en algún lugar secreto? ¿Acaso no estoy en todas partes en los cielos y en la tierra?», dice el Señor.


Solo reconoce tu culpa; admite que te has rebelado contra el Señor tu Dios y que cometiste adulterio contra él al rendir culto a ídolos debajo de todo árbol frondoso. Confiesa que rehusaste oír mi voz. ¡Yo, el Señor, he hablado!


Los sacerdotes no preguntaron: “¿Dónde está el Señor?”. Aquellos que enseñaron mi palabra me ignoraron, los gobernantes se volvieron en mi contra, y los profetas hablaron en nombre de Baal, perdiendo su tiempo con ídolos inútiles.


No te sorprendas si ves que un poderoso oprime a un pobre o que no se hace justicia en toda la tierra. Pues todo funcionario está bajo las órdenes de otro superior a él, y la justicia se pierde entre trámites y burocracia.


Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia.


Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando tanto a los malos como a los buenos.


Cada uno de tus mandamientos es recto; por eso detesto todo camino falso.


Pero el Señor está en su santo templo; el Señor aún gobierna desde el cielo. Observa de cerca a cada uno y examina a cada persona sobre la tierra.


Ha llegado a decir: “¿Por qué malgastar el tiempo intentando agradar a Dios?”.


Si he pecado, ¿qué te he hecho, oh vigilante de toda la humanidad? ¿Por qué me haces tu blanco? ¿Acaso te soy una carga?


Los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen el corazón totalmente comprometido con él. ¡Qué necio has sido! ¡De ahora en adelante estarás en guerra!».


clamó a Moisés: «¡Oh, mi señor! ¡Por favor, no nos castigues por este pecado que tan neciamente cometimos!


A partir de entonces, Agar utilizó otro nombre para referirse al Señor, quien le había hablado. Ella dijo: «Tú eres el Dios que me ve». También dijo: «¿De verdad he visto a Aquel que me ve?».


Pues el Señor ve con claridad lo que hace el hombre; examina cada senda que toma.


O bien: “No sé qué mal hice, dímelo; si he actuado mal, me detendré de inmediato”.


No nos castiga por todos nuestros pecados; no nos trata con la severidad que merecemos.


Cuando se reúnan con ellos y vean cómo se comportan, entenderán que lo que hice a Israel no fue sin motivo. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».


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