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Jeremías 51:57 - Biblia Nueva Traducción Viviente

57 Haré que sus autoridades y hombres sabios se emborrachen, junto con sus capitanes, oficiales y guerreros. ¡Caerán dormidos y nunca más se despertarán!», dice el Rey, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales.

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Biblia Reina Valera 1960

57 Y embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus capitanes, a sus nobles y a sus fuertes; y dormirán sueño eterno y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

57 Haré emborracharse a sus jefes y a sus sabios, a sus gobernantes, funcionarios y soldados, que caerán en un sueño eterno para no despertar más. ¡Así lo declara el Rey, que se llama Yavé de los Ejércitos!

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La Biblia Textual 3a Edicion

57 Y haré que sus príncipes y sus gobernantes, sus sabios, sus magistrados y sus poderosos se embriaguen y duerman un sueño eterno, del cual no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es YHVH Sebaot.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

57 Embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a su gobernadores, a sus sátrapas y a sus guerreros, para que duerman sueño eterno y no despierten' -oráculo del Rey, cuyo nombre es Yahveh Sebaot-.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

57 Y embriagaré a sus príncipes y a sus hombres sabios, a sus capitanes, a sus gobernadores y a sus hombres valientes; y dormirán sueño perpetuo y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.

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Jeremías 51:57
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»Tan cierto como que yo vivo —dice el Rey, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales—, ¡alguien viene contra Egipto que es tan alto como el monte Tabor o como el monte Carmelo junto al mar!


Sin embargo, ahora Moab será destruida junto con sus ciudades. Sus jóvenes más prometedores son condenados a la masacre —dice el Rey, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales—.


Entonces el Señor me dijo: «Ahora diles: “Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Beban de la copa de mi enojo. Emborráchense y vomiten; caigan para nunca más levantarse, porque envío guerras terribles contra ustedes’”.


Y mientras estén sonrojados por el vino, les prepararé otra clase de banquete. Los haré beber hasta que se duerman y nunca se despertarán —dice el Señor—.


Y los reyes del mundo que cometieron adulterio con ella y disfrutaron de todos sus lujos, se lamentarán por ella cuando vean el humo que sube de sus restos carbonizados.


«Maldito sea el tramposo que promete dar un carnero selecto de su rebaño, pero después sacrifica uno defectuoso al Señor. ¡Pues yo soy un gran rey —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—, y mi nombre es temido entre las naciones!


Sus enemigos, enredados como espinos y tambaleantes como borrachos, serán quemados como hierba seca en el campo.


Esa noche el ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a 185.000 soldados. Cuando los asirios que sobrevivieron se despertaron a la mañana siguiente, encontraron cadáveres por todas partes.


Entonces dije: «¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales».


Expongo a los falsos profetas como mentirosos y dejo en ridículo a los adivinos; hago que los sabios den malos consejos, y así demuestro que son unos necios.


»Luego diles: “No, esto es lo que quiere dar a entender el Señor: ‘A todos los habitantes de esta tierra los llenaré de borrachera, desde el rey que se sienta en el trono de David, pasando por los sacerdotes y los profetas, hasta la gente común de Jerusalén.


Sus jóvenes caerán en las calles y morirán. Todos sus soldados serán matados», dice el Señor.


Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, te gobernaré con puño de hierro, con gran enojo y con imponente poder.


Tus pastores duermen, oh rey asirio; tus príncipes yacen muertos en el polvo. Tu pueblo está disperso por las montañas, sin nadie que lo reúna.


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