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Jeremías 5:1 - Biblia Nueva Traducción Viviente

1 «Corran por todas las calles de Jerusalén —dice el Señor—. Busquen arriba y abajo; ¡busquen por toda la ciudad! Si encuentran aunque sea a una sola persona justa y honrada, no destruiré la ciudad.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Recorran las calles de Jerusalén, miren bien e infórmense. Busquen por las plazas, a ver si encuentran a un hombre, uno siquiera, que practique la justicia y busque la verdad, y perdonaré a esta ciudad. '¿Tus ojos, Yavé, no buscan acaso la verdad?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Recorred las calles de Jerusalem, Y mirad, e informaos, y buscad por sus plazas, Si podéis hallar un hombre, Si hay uno solo que haga justicia, Que busque la verdad, Y Yo la perdonaré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y comprobad, buscad por sus plazas a ver si encontráis a uno siquiera, a uno que practique la justicia, que busque la verdad, y la perdonaré.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, y sabed, y buscad en sus plazas si podéis hallar algún hombre, si hay alguno que haga juicio, que busque verdad; y yo la perdonaré.

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Jeremías 5:1
29 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

»”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie.


Los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen el corazón totalmente comprometido con él. ¡Qué necio has sido! ¡De ahora en adelante estarás en guerra!».


A nadie le importa ser justo y honrado; las demandas legales de la gente se basan en mentiras. Conciben malas acciones y después dan a luz el pecado.


Pero no, todos se desviaron; todos se corrompieron. No hay ni uno que haga lo bueno, ¡ni uno solo!


Muchos se dicen ser amigos fieles, ¿pero quién podrá encontrar uno realmente digno de confianza?


¡Auxilio, oh Señor, porque los justos desaparecen con rapidez! ¡Los fieles se han esfumado de la tierra!


Se valdrá de toda clase de mentiras malignas para engañar a los que van rumbo a la destrucción, porque se niegan a amar y a aceptar la verdad que los salvaría.


»El sirviente regresó y le informó a su amo lo que le habían dicho. Su amo se puso furioso y le dijo: “Ve rápido a las calles y callejones de la ciudad e invita a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.


El otro ángel dijo: —Apresúrate y dile a ese joven: “¡Jerusalén algún día estará tan llena de gente y de animales que no habrá lugar suficiente para todos! Muchos vivirán fuera de las murallas de la ciudad.


La gente deambulará de mar a mar y vagará de frontera a frontera en busca de la palabra del Señor, pero no la encontrarán.


Irrumpen en la ciudad y corren a lo largo de sus muros. Se meten en todas las casas; como ladrones trepan por las ventanas.


Pero tú, Daniel, mantén en secreto esta profecía; sella el libro hasta el tiempo del fin, cuando muchos correrán de aquí para allá y el conocimiento aumentará.


Así que me dije: «Me levantaré y recorreré la ciudad, y buscaré por todas las calles y las plazas. Buscaré a mi amado». Entonces busqué por todas partes pero no lo encontré.


Adquiere la verdad y nunca la vendas; consigue también sabiduría, disciplina y buen juicio.


Junto a las puertas de entrada a la ciudad, en el camino de ingreso, grita con fuerza:


—He servido con gran celo al Señor Dios Todopoderoso —respondió Elías—; pero el pueblo de Israel ha roto su pacto contigo, derribó tus altares y mató a cada uno de tus profetas. Yo soy el único que queda con vida, y ahora me buscan para matarme a mí también.


¿Por qué me acusas de hacer el mal? Ustedes son los que se han rebelado —dice el Señor—.


Entonces todas las mujeres presentes y todos los hombres que sabían que sus esposas habían quemado incienso a los ídolos —una gran multitud de todos los judíos que vivían en el norte y en el sur de Egipto— le contestaron a Jeremías:


El Señor mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios.


¿Quién me protegerá de los perversos? ¿Quién me defenderá de los malvados?


Escucho sus conversaciones y no oigo una sola palabra de verdad. ¿Hay alguien que esté apenado por haber hecho lo malo? ¿Hay alguien que diga: “¡Qué cosa tan terrible he hecho!”? ¡No! ¡Todos corren por el camino del pecado tan veloces como galopa un caballo a la batalla!


Desearía poder marcharme y olvidarme de mi pueblo y vivir en una choza para viajeros en el desierto. Pues todos ellos son adúlteros, una banda de mentirosos traicioneros.


Por lo tanto, esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: «Mira, los derretiré en el crisol y los probaré como al metal. ¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?


Me contestó: —Los pecados del pueblo de Israel y Judá son muy, pero muy grandes. La tierra está llena de homicidios; la ciudad está colmada de injusticia. Ellos dicen: “¡El Señor no lo ve! ¡El Señor ha abandonado esta tierra!”.


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