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Jeremías 32:5 - Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Él llevará a Sedequías a Babilonia y allí me ocuparé de él —dice el Señor—. Si ustedes pelean contra los babilonios, no vencerán”».

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Biblia Reina Valera 1960

5 y hará llevar a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite; y si peleareis contra los caldeos, no os irá bien, dice Jehová?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Sedecías será conducido a Babilonia y allí estará hasta que lo visite, dice Yavé. Y aunque ustedes peleen con los caldeos, no ganarán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y hará llevar a Sedequías a Babilonia y allá estará hasta que Yo lo visite. Si combatís a los caldeos, no os irá bien, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 y llevará a Sedecías a Babilonia y allí estará hasta que me ocupe de él -oráculo de Yahveh-, pues aunque luchéis contra los caldeos, no tendréis éxito?''.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 y él llevará a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite, dice Jehová: si peleáis con los caldeos, no os irá bien.

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Jeremías 32:5
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»”Sin embargo, este israelita de la familia real se rebeló contra Babilonia y envió embajadores a Egipto para solicitar un gran ejército con muchos caballos. ¿Acaso podrá Israel dejar de cumplir los tratados que hizo bajo juramento sin que haya consecuencias?


Luego le sacó los ojos y lo ató con cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia.


Ustedes esperan luchar contra los babilonios, pero los hombres de esta ciudad ya están como muertos, porque en mi terrible enojo he decidido destruirlos. Los abandoné debido a toda su perversidad.


“Todos serán llevados a Babilonia y permanecerán allí hasta que yo envíe por ellos —dice el Señor—. Entonces los traeré de regreso a Jerusalén”».


Luego lanzaré mi red sobre él y lo capturaré con mi trampa. Lo llevaré a Babilonia, el territorio de los babilonios, aunque él nunca lo verá y allí morirá.


Y aunque pudieran destruir a todo el ejército babilónico y dejaran a solo un puñado de sobrevivientes heridos, ¡aun así estos saldrían tambaleando de sus carpas e incendiarían esta ciudad hasta reducirla a cenizas!”».


Desesperado, serás llevado al destierro con las manos en la cabeza, porque el Señor ha rechazado a las naciones en las cuales confías. Ellas no te ayudarán en absoluto.


No hay sabiduría humana ni entendimiento ni proyecto que puedan hacerle frente al Señor.


Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo de Joiada el sacerdote. Se puso de pie delante del pueblo y dijo: «Esto dice Dios: “¿Por qué desobedecen los mandatos del Señor e impiden su propia prosperidad? ¡Ustedes han abandonado al Señor, y ahora él los ha abandonado a ustedes!”».


Así que como pueden ver, Dios está con nosotros; él es nuestro líder. Sus sacerdotes tocan las trompetas y nos dirigen en batalla contra ustedes. ¡Oh pueblo de Israel, no luches contra el Señor, Dios de tus antepasados, porque no tendrás éxito!».


Pero Moisés les dijo: «¿Por qué desobedecen ahora las órdenes del Señor de volver al desierto? No les dará resultado.


En ese tiempo el Señor me envió un mensaje. Me dijo:


»¡Miren cómo han construido rampas de asalto contra las murallas de la ciudad! Por medio de guerra, hambre y enfermedad la ciudad será entregada a los babilonios, que la conquistarán. Todo ha sucedido tal como lo dijiste.


Sin embargo, las tropas babilónicas los persiguieron y alcanzaron a Sedequías en las llanuras de Jericó. Lo capturaron y lo llevaron ante el rey Nabucodonosor de Babilonia, que se encontraba en Ribla, en la tierra de Hamat. Allí el rey de Babilonia dictó sentencia contra Sedequías.


»Él tejió sogas con mis pecados para atarme a un yugo de cautiverio. El Señor minó mis fuerzas; me entregó a mis enemigos y en sus manos soy incapaz de levantarme.


»Hasta Sedequías se irá de Jerusalén de noche por un hueco en la muralla, cargando solo lo que pueda llevar consigo. Se cubrirá el rostro y sus ojos no verán la tierra que deja atrás.


Cuando el rey Sedequías de Judá y todos los soldados vieron que los babilonios habían invadido la ciudad, huyeron. Esperaron hasta la caída del sol y entonces se deslizaron por la puerta que está entre las dos murallas detrás del jardín real y se dirigieron al valle del Jordán.


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