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Jeremías 31:33 - Biblia Nueva Traducción Viviente

33 «Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel después de esos días —dice el Señor—. Pondré mis instrucciones en lo más profundo de ellos y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Esta es la alianza que yo pactaré con Israel en los días que están por llegar, dice Yavé: pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice YHVH: Daré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón, Y Yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 Ésta será la alianza que sellaré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo de Yahveh-: Pongo mi ley en su interior y la escribo en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

33 Mas este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y la escribiré en sus corazones; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

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Jeremías 31:33
36 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Es evidente que son una carta de Cristo que muestra el resultado de nuestro ministerio entre ustedes. Esta «carta» no está escrita con pluma y tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente. No está tallada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.


«Este es el nuevo pacto que haré con mi pueblo en aquel día, dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente».


Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel en ese día, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.


Les daré un corazón que me reconozca como el Señor. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque se volverán a mí de todo corazón.


Y haré un pacto eterno con ellos: nunca dejaré de hacerles bien. Pondré en el corazón de ellos el deseo de adorarme, y nunca me dejarán.


me complace hacer tu voluntad, Dios mío, pues tus enseñanzas están escritas en mi corazón».


Haré mi hogar entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.


Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos.


Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.


»El Señor tu Dios cambiará tu corazón y el de tus descendientes, para que lo ames con todo el corazón y con toda el alma, y para que tengas vida.


A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les responderé. Les diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”».


Han hecho suya la ley de Dios, por eso, nunca resbalarán de su camino.


Amo la ley de Dios con todo mi corazón,


Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios».


»Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo, ustedes que atesoran mi ley en el corazón. No teman las burlas de la gente, ni tengan miedo de sus insultos.


«En ese día —dice el Señor—, seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo.


Los que salgan vencedores heredarán todas esas bendiciones, y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos.


—No te aferres a mí —le dijo Jesús—, porque todavía no he subido al Padre; pero ve a buscar a mis hermanos y diles: “Voy a subir a mi Padre y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes”.


Y mi pacto con ellos es que quitaré sus pecados».


Pero no hace falta que les escribamos sobre la importancia de amarse mutuamente, pues Dios mismo les ha enseñado a amarse unos a otros.


Que ponga en nosotros el deseo de hacer su voluntad en todo y de obedecer todos los mandatos, los decretos y las ordenanzas que dio a nuestros antepasados.


Les daré un solo corazón y un solo propósito: adorarme para siempre para su propio bien y el bien de todos sus descendientes.


Te seré fiel y te haré mía, y por fin me conocerás como el Señor.


Los del remanente de Israel no harán nada malo; nunca mentirán ni se engañarán unos a otros. Comerán y dormirán seguros, sin que nadie los atemorice».


Te tomaré como pueblo mío y seré tu Dios. Entonces sabrás que yo soy el Señor tu Dios, quien te ha librado de la opresión de Egipto.


Hiciste de Israel tu pueblo para siempre y tú, oh Señor, llegaste a ser su Dios.


A todo tu pueblo le conté de tu justicia. No tuve temor de hablar con libertad, como tú bien lo sabes, oh Señor.


Átalas a tus dedos como un recordatorio; escríbelas en lo profundo de tu corazón.


«Y este es mi pacto con ellos —dice el Señor—. Mi Espíritu no los dejará, ni tampoco estas palabras que les he dado. Estarán en sus labios y en los labios de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, para siempre. ¡Yo, el Señor, he hablado!


»El pecado de Judá está escrito con cincel de hierro, grabado con punta de diamante en su corazón de piedra y en las esquinas de sus altares.


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