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Jeremías 31:31 - Biblia Nueva Traducción Viviente

31 »Se acerca el día —dice el Señor—, en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y de Judá.

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Biblia Reina Valera 1960

31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Ya llega el día, dice Yavé, en que yo pactaré con el pueblo de Israel (y con el de Judá) una nueva alianza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 He aquí que vienen días, dice YHVH, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Mirad que vienen días -oráculo de Yahveh-, en que sellaré con la casa de Israel y con la casa de Judá una nueva alianza.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

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Jeremías 31:31
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Haré con ellos un pacto de paz, un pacto eterno. Les daré su tierra y aumentaré su población, y pondré mi templo en medio de ellos para siempre.


Y haré un pacto eterno con ellos: nunca dejaré de hacerles bien. Pondré en el corazón de ellos el deseo de adorarme, y nunca me dejarán.


Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto. Este no es un pacto de leyes escritas, sino del Espíritu. El antiguo pacto escrito termina en muerte; pero, de acuerdo con el nuevo pacto, el Espíritu da vida.


Ustedes han llegado a Jesús, el mediador del nuevo pacto entre Dios y la gente, y también a la sangre rociada, que habla de perdón en lugar de clamar por venganza como la sangre de Abel.


Después de la cena, tomó en sus manos otra copa de vino y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre, la cual es derramada como sacrificio por ustedes.


De la misma manera, tomó en sus manos la copa de vino después de la cena, y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre. Hagan esto en memoria de mí todas las veces que la beban».


Y les dijo: «Esto es mi sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio por muchos.


porque esto es mi sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio para perdonar los pecados de muchos.


Por eso él es el mediador de un nuevo pacto entre Dios y la gente, para que todos los que son llamados puedan recibir la herencia eterna que Dios les ha prometido. Pues Cristo murió para librarlos del castigo por los pecados que habían cometido bajo ese primer pacto.


Pues los que adoramos por medio del Espíritu de Dios somos los verdaderos circuncisos. Confiamos en lo que Cristo Jesús hizo por nosotros. No depositamos ninguna confianza en esfuerzos humanos


Pues se acerca la hora cuando restableceré el bienestar de mi pueblo, Israel y Judá. Los traeré a casa, a esta tierra que di a sus antepasados, y volverán a poseerla. ¡Yo, el Señor, he hablado!».


»Pues se acerca la hora —dice el Señor—, cuando levantaré a un descendiente justo del linaje del rey David. Él será un rey que gobernará con sabiduría; hará lo justo y lo correcto por toda la tierra.


Y ahora, que el Dios de paz —quien levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, y que ratificó un pacto eterno con su sangre—


«Llegará el día —dice el Señor— en el que el grano y las uvas crecerán más rápido de lo que puedan ser cosechados. ¡Entonces los viñedos en las terrazas de las colinas de Israel destilarán vino dulce!


«Se acerca el día —dice el Señor—, cuando aumentaré en gran manera la población humana y el número de los animales en Israel y Judá.


Que la paz y la misericordia de Dios sean con todos los que viven según ese principio; ellos son el nuevo pueblo de Dios.


»Pero no es solo contigo que hago este pacto con sus maldiciones.


«Y este es mi pacto con ellos —dice el Señor—. Mi Espíritu no los dejará, ni tampoco estas palabras que les he dado. Estarán en sus labios y en los labios de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, para siempre. ¡Yo, el Señor, he hablado!


Y si se cambia el sacerdocio, también es necesario cambiar la ley para permitirlo.


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