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Jeremías 14:19 - Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Señor, ¿has rechazado por completo a Judá? ¿Verdaderamente odias a Jerusalén? ¿Por qué nos has herido sin la menor esperanza de recuperarnos? Esperábamos paz, pero la paz no llegó; esperábamos un tiempo de sanidad, pero solo encontramos terror.

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Biblia Reina Valera 1960

19 ¿Has desechado enteramente a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué nos hiciste herir sin que haya remedio? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de curación, y he aquí turbación.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 ¿Has rechazado para siempre a Judá, o tu alma está aburrida con Sión? ¿Por qué nos has herido sin esperanza de mejorar? Esperábamos la paz, y ninguna cosa buena llegó, la hora de nuestra mejoría, y se presentó el susto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 ¿Has desechado del todo a Judá? ¿Tiene tu alma aborrecida a Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Esperábamos paz, pero no hay bienestar; Tiempo de sanidad, y he aquí el terror.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 ¿Has rechazado del todo a Judá, o tu alma está cansada de Sión? ¿Por qué nos has herido sin que tengamos cura? Esperábamos la paz, pero no ha habido bien alguno; el tiempo de la sanación, y se presenta el terror.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 ¿Has desechado enteramente a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sión? ¿Por qué nos has herido sin que haya curación para nosotros? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de sanidad, y he aquí turbación.

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Jeremías 14:19
26 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿O acaso nos has rechazado por completo? ¿Todavía estás enojado con nosotros?


Esperábamos paz, pero la paz no llegó; esperábamos tiempos de sanidad, pero solo encontramos terror”.


Cuando la gente esté diciendo: «Todo está tranquilo y seguro», entonces le caerá encima la catástrofe tan repentinamente como le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada; y no habrá escapatoria posible.


Los marcaré: “plata rechazada”, porque yo, el Señor, los desecho».


No hay nadie que te ayude ni que vende tu herida. Ningún medicamento puede curarte.


¿Por qué, entonces, continúa mi sufrimiento? ¿Por qué es incurable mi herida? Tu ayuda parece tan incierta como el arroyo estacional, como un manantial que se ha secado.


Mi pueblo elegido ha rugido contra mí como un león en la selva, por eso lo traté con desprecio.


Cuando Dios los oyó, se enojó mucho, y rechazó a Israel por completo.


Entonces busqué el bien, pero en su lugar me vino el mal. Esperaba la luz, pero cayó la oscuridad.


En vano esperamos que nuestros aliados vinieran a salvarnos, pero buscábamos socorro en naciones que no podían ayudarnos.


¿Qué puedo decir de ti? ¿Quién ha visto alguna vez semejante dolor? Oh hija de Jerusalén, ¿con qué puedo comparar tu angustia? Oh hija virgen de Sion, ¿cómo puedo consolarte? Pues tu herida es tan profunda como el mar. ¿Quién puede sanarte?


Luego el Señor me dijo: «Aun si Moisés y Samuel se presentaran delante de mí para rogarme por este pueblo, no lo ayudaría. ¡Fuera con ellos! ¡Quítenlos de mi vista!


¿No hay medicina en Galaad? ¿No hay un médico allí? ¿Por qué no hay sanidad para las heridas de mi pueblo?


Rápate en señal de luto y llora a solas en las montañas, porque el Señor ha rechazado y ha abandonado a esta generación que ha provocado su furia”.


Pero ahora lo has rechazado y desechado y estás enojado con tu rey ungido.


Sin embargo, el pueblo se mofaba de estos mensajeros de Dios y despreciaba sus palabras. Se burlaron con desprecio de los profetas hasta que el enojo del Señor no pudo ser contenido y ya no se podía hacer nada.


»Yo he abandonado a mi pueblo, mi posesión más preciada. He entregado a los que más amo a sus enemigos.


El pueblo de Marot con ansias espera la ayuda. Sin embargo, solo le espera amargura, porque el juicio del Señor llega a las puertas de Jerusalén.


Quien se niega tercamente a aceptar la crítica será destruido de repente sin poder recuperarse.


Esto dice el Señor: «Tu lesión es incurable, una herida terrible.


Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales no ha abandonado a Israel ni a Judá. Todavía es su Dios, aunque su tierra se llenó de pecado contra el Santo de Israel».


»Convocaste a los terrores para que vinieran de todas partes, como si los invitaras a un día de fiesta. En el día del enojo del Señor, no escapó ni sobrevivió nadie. El enemigo mató a todos los niños que llevé en mis brazos y crie».


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