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Jeremías 12:7 - Biblia Nueva Traducción Viviente

7 »Yo he abandonado a mi pueblo, mi posesión más preciada. He entregado a los que más amo a sus enemigos.

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Biblia Reina Valera 1960

7 He dejado mi casa, desamparé mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en mano de sus enemigos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Abandoné mi casa, dejé mi propiedad, he entregado lo que más quería en manos de mis enemigos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 He abandonado mi Casa, He desamparado mi heredad, He entregado en manos enemigas al amor de mi alma,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 He abandonado mi casa, he rechazado mi heredad, he entregado el amor de mi alma en mano de sus enemigos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 He abandonado mi casa, he dejado mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en manos de sus enemigos.

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Jeremías 12:7
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues el Señor ha rechazado a su pueblo, a los descendientes de Jacob, porque han llenado la tierra con prácticas del oriente y con hechiceros, igual que los filisteos. Han formado alianzas con paganos.


»¿Qué derecho tiene mi amado pueblo de ir a mi templo cuando ha cometido tantas inmoralidades? ¿Acaso sus votos y sacrificios pueden evitar su destrucción? ¡En realidad se alegran en hacer lo malo!


Dice el Señor: «Toda su perversidad empezó en Gilgal; allí comencé a odiarlos. A causa de sus malas acciones, los sacaré de mi tierra. Ya no los amaré porque todos sus líderes son rebeldes.


Los matarán a espada o serán enviados cautivos a todas las naciones del mundo. Y Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que el tiempo de los gentiles llegue a su fin.


reuniré a los ejércitos del mundo en el valle de Josafat. Allí los juzgaré por hacerle daño a mi pueblo, mi posesión más preciada, por dispersar a mi pueblo entre las naciones y por dividir mi tierra.


¡Toquen el cuerno de carnero en Jerusalén! Proclamen un tiempo de ayuno; convoquen al pueblo a una reunión solemne.


quien me dijo que se lo transmitiera a los israelitas. Esto dice el Señor Soberano: “Contaminaré mi templo, que es fuente de seguridad y orgullo para ustedes, el lugar en el que se deleita su corazón. Los hijos y las hijas que dejaron en Judá serán masacrados a espada.


Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales no ha abandonado a Israel ni a Judá. Todavía es su Dios, aunque su tierra se llenó de pecado contra el Santo de Israel».


Rápate en señal de luto y llora a solas en las montañas, porque el Señor ha rechazado y ha abandonado a esta generación que ha provocado su furia”.


Entonces, tal como destruí a Silo, ahora también destruiré a este templo que lleva mi nombre, este templo al que acuden en busca de ayuda, este lugar que les di a ustedes y a sus antepasados.


Señor, ¿has rechazado por completo a Judá? ¿Verdaderamente odias a Jerusalén? ¿Por qué nos has herido sin la menor esperanza de recuperarnos? Esperábamos paz, pero la paz no llegó; esperábamos un tiempo de sanidad, pero solo encontramos terror.


La herencia maravillosa que he reservado para ustedes se les escapará de las manos. Les diré a sus enemigos que los lleven cautivos a una tierra extranjera. Pues mi enojo arde como un fuego que quemará para siempre».


»Supongamos que alguien del pueblo o uno de los profetas o sacerdotes te pregunta: “Y ahora, ¿qué profecía te ha encargado el Señor?”. Debes responder: “¡Ustedes son la carga! ¡El Señor dice que los abandonará!”.


me olvidaré de ustedes por completo. Los expulsaré de mi presencia, junto con esta ciudad que les di a ustedes y a sus antepasados.


»Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo;


Moisés dijo lo siguiente sobre la tribu de Benjamín: «Los de Benjamín son amados por el Señor y viven seguros a su lado. Él los rodea continuamente y los protege de todo daño».


Incluso rechazaré al remanente de mi pueblo que haya quedado y los entregaré como botín a sus enemigos.


Entregó a su pueblo para que los masacraran a espada, porque estaba muy enojado con su propio pueblo, su posesión más preciada.


Por eso, el enojo del Señor se encendió contra su pueblo, y él aborreció a su posesión más preciada.


Sin embargo, si rehúsan prestar atención a esta advertencia, les juro por mi propio nombre, dice el Señor, que este palacio se convertirá en un montón de escombros’”».


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