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Jeremías 11:23 - Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Ninguno de esos conspiradores de Anatot sobrevivirá, porque traeré calamidad sobre ellos cuando llegue el momento de su castigo».

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Biblia Reina Valera 1960

23 y no quedará remanente de ellos, pues yo traeré mal sobre los varones de Anatot, el año de su castigo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 No podrán salvarse los hombres de Anatot el año que les pida cuentas y les mande la desgracia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 y no quedará remanente de ellos, porque traeré el mal sobre los hombres de Anatot el año de su visitación.°

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 y no quedará remanente de ellos; porque yo traeré mal sobre los varones de Anatot, el año de su visitación.

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Jeremías 11:23
15 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Por lo tanto, los caminos que toman llegarán a ser resbaladizos. Serán perseguidos en la oscuridad y allí caerán. Pues traeré desastre sobre ellos en el tiempo señalado para su castigo. ¡Yo, el Señor, he hablado!


Te aplastarán contra el suelo, y a tus hijos contigo. Tus enemigos no dejarán una sola piedra en su lugar, porque no reconociste cuando Dios te visitó».


Hasta el mejor de ellos es como una zarza; el más honrado es tan peligroso como un cerco de espinos. Pero ahora viene con prontitud el día de juicio. Su hora de castigo ha llegado, un tiempo de confusión.


Ha llegado la hora del castigo de Israel; ha llegado el día del pago merecido. Pronto Israel se dará perfecta cuenta de esto. A causa de tu gran pecado y hostilidad dices: «¡Los profetas están locos y los hombres inspirados son necios!».


Maten incluso a sus becerros; ¡para ellos también será terrible! ¡Masácrenlos a todos! Pues ha llegado el día del juicio a Babilonia.


Los que huyan en terror caerán en una trampa, y los que escapen de la trampa serán apresados por una red. Me aseguraré de que no escapes porque ha llegado el tiempo de tu juicio —dice el Señor—.


Los mercenarios de Egipto se han vuelto como becerros engordados. Ellos también se darán vuelta y huirán, porque este es el día del gran desastre para Egipto, un momento de enorme castigo.


Pues los vigilaré para traerles desastre y no bien. Todos los de Judá que ahora viven en Egipto sufrirán guerra y hambre hasta que todos mueran.


Yo era como cordero que se lleva al matadero. ¡No tenía idea de que pensaban matarme! «Destruyamos a ese hombre y todas sus palabras —dijeron—, derribémoslo para que su nombre sea olvidado para siempre».


¿Se avergüenzan de estos actos repugnantes? De ninguna manera, ¡ni siquiera saben lo que es sonrojarse! Por lo tanto, estarán entre los caídos en la matanza; serán derribados cuando los castigue, dice el Señor.


El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: «Aun los pocos que permanezcan en Israel serán nuevamente recogidos, como cuando el que cosecha revisa cada vid por segunda vez para recoger las uvas que no se cortaron».


¿No habría de castigarlos por esto? —dice el Señor—. ¿No habría de vengarme de semejante nación?


¿No habría de castigarlos por esto? —dice el Señor—. ¿No habría de vengarme contra semejante nación?


El pueblo de Israel será un fuego violento, y Edom, un campo de hierba seca. Los descendientes de José serán una llama que rugirá a través del campo, devorándolo todo. No quedará nadie con vida en Edom. ¡Yo, el Señor, he hablado!


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