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Isaías 9:13 - Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Pues después de tanto castigo, el pueblo seguirá sin arrepentirse; no buscará al Señor de los Ejércitos Celestiales.

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Biblia Reina Valera 1960

13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Por eso Yavé ha cortado a Israel cabeza y cola, palmera y junco, en un mismo día.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero el pueblo no se vuelve al que lo castiga, Ni busca a YHVH Sebaot.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Y Yahveh cortó de Israel cabeza y cola, palma y junco en un solo día.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

13 Mas el pueblo no se volvió al que lo hería, ni buscaron a Jehová de los ejércitos.

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Isaías 9:13
24 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Su arrogancia testifica en su contra, sin embargo, no se vuelven al Señor su Dios, ni siquiera tratan de encontrarlo.


Señor, tú estás buscando la honradez. Golpeaste a tu pueblo, pero no prestó atención. Los has aplastado, pero se negaron a ser corregidos. Son tercos, de caras duras como piedra; rehusaron arrepentirse.


¡Qué aflicción les espera a los que buscan ayuda en Egipto, al confiar en sus caballos, en sus carros de guerra y en sus conductores; y al depender de la fuerza de ejércitos humanos en lugar de buscar ayuda en el Señor, el Santo de Israel!


¿Por qué buscar más castigo? ¿Se rebelarán para siempre? Tienen la cabeza herida y el corazón angustiado.


Miran en todas partes menos al Altísimo. Son tan inútiles como un arco torcido. Sus líderes morirán a manos de sus enemigos a causa de su insolencia hacia mí. Entonces el pueblo de Egipto se reirá de ellos.


Entonces regresaré a mi lugar, hasta que reconozcan su culpa y se vuelvan a mí. Pues tan pronto lleguen las dificultades, me buscarán de todo corazón».


Tu impureza es tu lascivia y la corrupción fruto de tu idolatría. Yo traté de limpiarte, pero tú te negaste. Ahora quedarás en tu inmundicia hasta que sacie mi furia contra ti”.


Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.


Estaba enojado, así que castigué a este pueblo tan avaro. Me aparté de ellos, pero continuaron por su propio terco camino.


Oh Señor, ellos no prestan ninguna atención a tu puño levantado. Demuéstrales tu fervor por defender a tu pueblo; entonces quedarán avergonzados. Que tu fuego consuma a tus enemigos.


Los incrédulos están llenos de resentimiento. Aun cuando Dios los castiga, se niegan a pedirle auxilio.


Aun durante este tiempo de dificultades, el rey Acaz siguió rechazando al Señor.


Sin embargo, desde allí, buscarán nuevamente al Señor su Dios. Y si lo buscan con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarán.


Te aventaré como el grano a las puertas de las ciudades y te quitaré tus hijos que tanto quieres. Destruiré a mi propio pueblo, porque rehusó cambiar sus malos caminos.


«Hijo de hombre, dale este mensaje al pueblo de Israel: “En el día de mi indignación, serás como tierra contaminada, una tierra sin lluvia.


Se han cumplido todas las maldiciones de la ley de Moisés escritas contra nosotros. Sin embargo, nos hemos rehusado a buscar la misericordia del Señor nuestro Dios al no reconocer su verdad ni abandonar nuestros pecados.


«Hice que pasaran hambre en cada ciudad y que hubiera hambruna en cada pueblo, pero aun así, ustedes no se volvieron a mí», dice el Señor.


«Les mandé plagas como las que envié sobre Egipto hace tiempo. ¡Maté a sus jóvenes en la guerra y llevé lejos a todos sus caballos! ¡El hedor de la muerte llenó el aire!, pero aun así, ustedes no se volvieron a mí», dice el Señor.


Destruiré a los que antes me adoraban pero ahora dejaron de hacerlo. Ya no piden el consejo del Señor ni buscan mis bendiciones».


En ese día, el Señor contratará a una «navaja» procedente del otro lado del río Éufrates —el rey de Asiria— y la usará para afeitarte por completo: tu tierra, tus cosechas y tu pueblo.


No hay nada que Egipto pueda hacer; todos son débiles: la cabeza y la cola, la noble rama de palma y el humilde junco.


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