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Isaías 6:5 - Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Entonces dije: «¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales».

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Biblia Reina Valera 1960

5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 ¡Ay de mí, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, Yavé de los Ejércitos!

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Entonces dije: ¡Ay de mí, muerto soy! ¡Yo, hombre de labios inmundos, que habito en medio de un pueblo de labios inmundos, he visto con mis ojos al Rey, a YHVH Sebaot!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Yo dije: '¡Ay de mí! ¡Estoy perdido, pues soy hombre de labios impuros que vivo en un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, a Yahveh Sebaot!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

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Isaías 6:5
33 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

—Oh Señor Soberano —respondí—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!


Pero Moisés discutió con el Señor argumentando: —¡No puedo hacerlo! ¡Soy tan torpe para hablar! ¿Por qué debe escucharme el faraón?


Así que el Señor dice: «Este pueblo dice que me pertenece; me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí. Y la adoración que me dirige no es más que reglas humanas, aprendidas de memoria.


Pero Moisés rogó al Señor: —Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.


Entonces ellos se acercan fingiendo sinceridad y se sientan delante de ti. Escuchan tus palabras, pero no tienen ninguna intención de hacer lo que tú les dices. Tienen la boca llena de palabras sensuales y en su corazón solo buscan dinero.


—¡Pero Señor! —contestó Moisés—, si mi propio pueblo ya no quiere escucharme, ¿cómo puedo esperar que me escuche el faraón? ¡Soy tan torpe para hablar!


Cuando Gedeón se dio cuenta de que era el ángel del Señor, clamó: —¡Oh Señor Soberano, estoy condenado! ¡He visto cara a cara al ángel del Señor!


Sin embargo, no podrás ver directamente mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida.


y le dijo a su esposa: —¡Seguramente moriremos, porque hemos visto a Dios!


Haré que sus autoridades y hombres sabios se emborrachen, junto con sus capitanes, oficiales y guerreros. ¡Caerán dormidos y nunca más se despertarán!», dice el Rey, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales.


Sus ojos verán al rey en todo su esplendor, y verán una tierra que se pierde en la distancia.


»Al oír esto, me estremecí por dentro; mis labios temblaron de miedo. Se me doblaron las piernas, caí y temblé de terror. Esperaré en silencio el día venidero cuando la catástrofe golpee al pueblo invasor.


Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el mismo cielo.


Entonces el pueblo de Israel le dijo a Moisés: «¡Estamos perdidos! ¡Moriremos! ¡Estamos arruinados!


Las manos de ustedes son manos de asesinos, y tienen los dedos sucios de pecado. Sus labios están llenos de mentiras y su boca vomita corrupción.


Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento.


«Hijo de hombre, tú vives entre rebeldes que tienen ojos pero se niegan a ver; tienen oídos pero se niegan a oír, porque son un pueblo rebelde.


Yo seguí orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, rogándole al Señor mi Dios por Jerusalén, su monte santo.


El sol salía cuando Jacob dejó Peniel y se fue cojeando debido a su cadera dislocada.


Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Cuando Moisés oyó esto, se cubrió el rostro porque tenía miedo de mirar a Dios.


¿Quién es el Rey de gloria? El Señor de los Ejércitos Celestiales, él es el Rey de gloria. Interludio


¡Oímos cantos de alabanza desde los confines de la tierra, canciones que le dan gloria al Justo! Sin embargo, tengo el corazón cargado de angustia. Lloren por mí, porque me estoy marchitando. Sigue prevaleciendo el engaño, y hay traición por todas partes.


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