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Isaías 6:10 - Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Endurece el corazón de este pueblo; tápales los oídos y ciérrales los ojos. De esa forma, no verán con sus ojos, ni oirán con sus oídos, ni comprenderán con su corazón para que no se vuelvan a mí en busca de sanidad.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 ¡Puedes ir! Se pondrá más pesado el corazón de este pueblo, se volverán sordos sus oídos y se les pegarán sus ojos. ¿Acaso se atreverían a ver con sus ojos, y a oír sus oídos, para que comprenda su corazón, y se conviertan y recuperen la salud.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Embota el corazón de este pueblo Y que sus oídos se endurezcan y sus ojos se cieguen; No sea que viendo con sus ojos Y oyendo con sus oídos Y entendiendo con su corazón, Se convierta, y sea sanado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Embrutece el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, ciega sus oídos, para que sus ojos no vean, ni oigan sus oídos, ni entienda su corazón y no se convierta y se cure'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos; no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y su corazón entienda, y se convierta y sea sanado.

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Isaías 6:10
34 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues el corazón de este pueblo está endurecido, y sus oídos no pueden oír, y han cerrado los ojos, así que sus ojos no pueden ver, y sus oídos no pueden oír, y su corazón no puede entender, y no pueden volver a mí para que yo los sane” .


Pues el corazón de este pueblo está endurecido, y sus oídos no pueden oír, y han cerrado los ojos, así que sus ojos no pueden ver, y sus oídos no pueden oír, y su corazón no puede entender, y no pueden volver a mí para que yo los sane”.


“Escucha, gente necia y sin sentido común, que tiene ojos que no ven, y oídos que no oyen.


¿A quién puedo advertir? ¿Quién escuchará cuando yo hable? Tienen sordos los oídos y no pueden oír. Ellos desprecian la palabra del Señor. No quieren escuchar para nada.


»Sus antepasados se negaron a escuchar este mensaje. Volvieron la espalda tercamente y se taparon los oídos para no oír.


Señor, ¿por qué permitiste que nos apartáramos de tu camino? ¿Por qué nos diste un corazón terco para que dejáramos de temerte? Regresa y ayúdanos, porque somos tus siervos, las tribus que son tu posesión más preciada.


Pues el Señor derramó sobre ti un espíritu de sueño profundo; ha cerrado los ojos de tus profetas y visionarios.


»Pero Sehón, rey de Hesbón, no nos permitió cruzar, porque el Señor Dios de ustedes hizo que Sehón se pusiera terco y desafiante, a fin de ayudarlos a derrotarlo, tal como lo hizo.


No tienen compasión; ¡escucha cómo se jactan!


»Pero Israel pronto engordó y se volvió rebelde; ¡el pueblo aumentó de peso, se puso gordo y relleno! Entonces abandonó a Dios, quien lo había creado; se burló de la Roca de su salvación.


El corazón de ellos es torpe y necio; yo, en cambio, me deleito en tus enseñanzas.


Yo endureceré el corazón de los egipcios y se lanzarán contra los israelitas. La grandeza de mi gloria se manifestará por medio del faraón y de su ejército, sus carros de guerra y sus conductores.


Moisés y Aarón realizaron esos milagros en presencia del faraón, pero el Señor endureció el corazón del faraón, y no dejó salir de su territorio a los israelitas.


Pero el Señor endureció el corazón del faraón una vez más, y no quiso dejarlos salir.


Para los que se pierden, somos un espantoso olor de muerte y condenación, pero para aquellos que se salvan, somos un perfume que da vida. ¿Y quién es la persona adecuada para semejante tarea?


Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados.


El Señor herirá a Egipto, y después lo sanará porque los egipcios se volverán al Señor, y él escuchará sus súplicas y los sanará.


Sin embargo, haré que el corazón del faraón se ponga terco, para poder multiplicar mis señales milagrosas y mis maravillas en la tierra de Egipto.


«El Señor les ha cegado los ojos y les ha endurecido el corazón, para que sus ojos no puedan ver y su corazón no pueda entender y ellos no puedan volver a mí para que yo los sane».


¡Pero hasta el día de hoy, el Señor no te ha dado mente para comprender ni ojos para ver ni oídos para oír!


Pues los haré entrar en la tierra que juré dar a sus antepasados, una tierra donde fluyen la leche y la miel. Allí llegarán a ser prósperos, comerán todo lo que quieran y engordarán. Pero comenzarán a rendir culto a otros dioses; me despreciarán y romperán mi pacto.


Que sus ojos queden ciegos para que no puedan ver, y haz que sus cuerpos tiemblen continuamente.


Por esa causa, una vez más asombraré a estos hipócritas con maravillas extraordinarias. La sabiduría de los sabios pasará, y la inteligencia de los inteligentes desaparecerá».


¡Cuánta estupidez y cuánta ignorancia! Tienen los ojos cerrados y no pueden ver; tienen la mente cerrada y no pueden pensar.


»El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?


¡Dales corazones duros y tercos, y después, que tu maldición caiga sobre ellos!


Entonces el Señor me dijo: «Ve nuevamente e interpreta el papel de pastor irresponsable.


presenciaste las grandes demostraciones de su fuerza, las señales asombrosas y los milagros sorprendentes.


Con los ojos entrecerrados se trama el mal; con una sonrisita se planean las maldades.


Un tiempo para matar y un tiempo para sanar. Un tiempo para derribar y un tiempo para construir.


Por eso el Señor nuevamente les explicará su mensaje en detalle: línea por línea, renglón por renglón, un poco aquí y un poco allá, para que tropiecen y caigan. Ellos serán heridos, caerán en la trampa y serán capturados.


¿Estás asombrado y escéptico? ¿No lo crees? Entonces adelante, sé ciego. Eres necio, pero no por culpa del vino; te tambaleas, ¡pero no por causa del licor!


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