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Isaías 52:5 - Biblia Nueva Traducción Viviente

5 ¿Qué es esto? —pregunta el Señor—. ¿Por qué está esclavizado mi pueblo nuevamente? Quienes lo gobiernan gritan de júbilo; todo el día blasfeman mi nombre.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Y ahora, ¿qué hago yo aquí?, se pregunta Yavé, mientras mi pueblo ha sido hecho esclavo gratuitamente, sus opresores lanzan gritos de triunfo, y continuamente, a lo largo del día, mi nombre es despreciado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y ahora, ¿qué hago Yo aquí, dice YHVH, Cuando mi pueblo es llevado sin causa? Sus dominadores lanzan alaridos, dice YHVH, Y todo el día, sin cesar, ultrajan mi Nombre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y ahora, ¿qué haré aquí? -dice Yahveh-; pues mi pueblo gratis ha sido arrebatado, sus dominadores ululan -dice Yahveh-, y siempre, todo el día, mi nombre es blasfemado.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Y ahora ¿qué tengo yo aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado sin haber un por qué? Y los que de él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.

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Isaías 52:5
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

No es extraño que las Escrituras digan: «Los gentiles blasfeman el nombre de Dios por causa de ustedes».


»En ese día —dice el Señor— vendrá un grito de alarma desde la puerta del Pescado y el eco resonará por todo el Barrio Nuevo de la ciudad. Un gran estrépito se oirá desde las colinas.


pero otra vez me contuve para proteger el honor de mi nombre ante las naciones que habían visto mi poder cuando saqué a Israel de Egipto.


pero no lo hice porque actué para proteger el honor de mi nombre. Yo no permitiría que mi nombre fuera avergonzado ante las naciones vecinas, a las cuales me di a conocer cuando saqué a los israelitas de Egipto.


Toda la fuerza de Israel desaparece ante su ira feroz. El Señor ha retirado su protección durante el ataque del enemigo. Él consume toda la tierra de Israel como un fuego ardiente.


»Otros oyeron mis lamentos, pero nadie se volvió para consolarme. Cuando mis enemigos se enteraron de mis tribulaciones, se pusieron felices al ver lo que habías hecho. Oh, manda el día que prometiste, cuando ellos sufrirán como he sufrido yo.


»Los israelitas son como ovejas que han sido esparcidas por los leones. Primero los devoró el rey de Asiria. Después Nabucodonosor, rey de Babilonia, les quebró los huesos».


Pues esto dice el Señor: «Cuando te vendí al destierro, no recibí pago alguno; ahora puedo redimirte sin tener que pagar por ti».


En cambio, entregaré esa copa a quienes los atormentan, a los que dijeron: “Los pisotearemos en el polvo y caminaremos sobre sus espaldas”».


Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles, tan indefensos como antílopes atrapados en una red. El Señor ha derramado su furia; Dios los ha reprendido.


Pues yo estaba enojado con mi pueblo escogido y lo castigué al dejar que cayera en tus manos. Sin embargo, tú, Babilonia, no les tuviste compasión. Hasta oprimiste a los ancianos.


»”Pero a ti te conozco bien: sé dónde te encuentras, y cuándo entras y sales. Conozco la forma en que desataste tu furia contra mí.


el profeta respondió: «Díganle a su amo: “Esto dice el Señor: ‘No te alteres por ese discurso blasfemo que han pronunciado contra mí los mensajeros del rey de Asiria.


»¿Quién te crees que eres, y qué haces aquí, construyéndote una hermosa sepultura, un monumento en lo alto de la roca?


Mira cómo te insultan estos enemigos, Señor; una nación insensata ha deshonrado tu nombre.


¿Hasta cuándo, oh Dios, dejarás que tus enemigos te insulten? ¿Permitirás que deshonren tu nombre para siempre?


Lo único que oímos son los insultos de los burlones; lo único que vemos es a nuestros enemigos vengativos.


Vendiste a tu precioso pueblo por una miseria y no ganaste nada con la venta.


Estando en la casa de Micaía, reconocieron el acento del joven levita, así que se le acercaron y le preguntaron: —¿Quién te trajo aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Por qué estás aquí?


Luego el Señor le dijo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.


Sin embargo, como has mostrado un total desprecio por la palabra del Señor con lo que hiciste, tu hijo morirá.


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