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Isaías 50:2 - Biblia Nueva Traducción Viviente

2 ¿Por qué no había nadie cuando vine? ¿Por qué nadie respondió cuando llamé? ¿Se debe a que no tengo poder para rescatar? ¡No, no es esa la razón! ¡Pues yo puedo hablarle al mar y hacer que se seque! Puedo convertir los ríos en desiertos llenos de peces muertos.

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Biblia Reina Valera 1960

2 ¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces se pudren por falta de agua, y mueren de sed.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 O bien, ¿a quién debo yo dinero, y a quién los he vendido? Por culpa de sus pecados fueron vendidos y por sus infidelidades me divorcié de su madre. ¿Por qué, cuando llegué, no encontré a nadie, y cuando llamé, nadie me respondió? ¿Se me habrá acortado el brazo, que no alcanza a salvar, o será que ya no tengo fuerzas? Con un solo gesto dejo seco el mar y cambio los ríos en desiertos. Sus peces, sin agua, quedan en seco y mueren de sed.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¿Y por qué cuando Yo vengo no hay nadie, Y cuando llamó nadie responde? ¿Se ha acortado mi mano para redimir? ¿No tengo ya fuerza para salvar? He aquí, a mi reprensión se seca el mar, Convierto los ríos en desierto, Sus peces mueren de sed, Y hieden por la falta de agua.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 ¿Por qué, cuando vine, no había nadie; cuando llamé, nadie respondió? ¿Es demasiado corta mi mano para librar o no hay en mí fuerza para salvar? Mirad: con mi amenaza seco el mar, convierto los ríos en desierto; apestan sus peces por falta de agua y se mueren de sed.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 ¿Por qué cuando vine, no había nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano, que no puede redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto, sus peces hieden, y por falta de agua mueren de sed.

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Isaías 50:2
46 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¡Escuchen! El brazo del Señor no es demasiado débil para no salvarlos, ni su oído demasiado sordo para no oír su clamor.


Entonces el Señor le dijo a Moisés: —¿Acaso mi brazo ha perdido su poder? ¡Ahora verás si mi palabra se cumple o no!


Yo les enviaré grandes dificultades: todas las cosas que ellos temían. Pues cuando los llamé, no me respondieron. Cuando les hablé, no me escucharon. Pecaron deliberadamente ante mis propios ojos y escogieron hacer lo que saben que yo desprecio».


el agua que venía de río arriba dejó de fluir y comenzó a amontonarse a una gran distancia de allí, a la altura de una ciudad llamada Adán, que está cerca de Saretán. Y el agua que estaba río abajo desembocó en el mar Muerto hasta que el lecho del río quedó seco. Después, todo el pueblo cruzó cerca de la ciudad de Jericó.


¿Existe algo demasiado difícil para el Señor? Regresaré dentro de un año, y Sara tendrá un hijo.


Pues mi pueblo está decidido a abandonarme. Aunque me llaman el Altísimo, no me honran de verdad.


»Los llamé muy a menudo pero no quisieron venir; les tendí la mano pero no me hicieron caso.


Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron;


Él da la orden y los océanos se secan y los ríos desaparecen. Los buenos pastizales de Basán y el Carmelo pierden su verdor, y los frondosos bosques del Líbano se marchitan.


pero cuanto más lo llamaba, más se alejaba de mí y ofrecía sacrificios a las imágenes de Baal y quemaba incienso a ídolos.


Por lo tanto, yo decreto: si alguien, cualquiera sea su raza, nación o lengua, habla en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, será despedazado y su casa será reducida a un montón de escombros. ¡No hay otro dios que pueda rescatar de esta manera!».


Les daré una oportunidad más para inclinarse y rendir culto a la estatua que he hecho cuando oigan el sonido de los instrumentos musicales. Sin embargo, si se niegan, serán inmediatamente arrojados al horno ardiente y entonces, ¿qué dios podrá rescatarlos de mi poder?


Vez tras vez les envié profetas que decían: ‘Apártense de su conducta perversa y comiencen a hacer lo que es correcto. Dejen de rendir culto a otros dioses para que vivan en paz aquí en la tierra que les di a ustedes y a sus antepasados’; pero ustedes no querían escucharme ni obedecerme.


ahora yo los “destinaré” a ustedes a la espada. Todos ustedes se inclinarán delante del verdugo. Pues cuando los llamé, ustedes no me respondieron; cuando hablé, no me escucharon. Pecaron deliberadamente —ante mis propios ojos— y escogieron hacer lo que saben que yo desprecio».


Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los oprimidos. Así que se interpuso él mismo para salvarlos con su brazo fuerte, sostenido por su propia justicia.


Yo soy el Señor, que abrió un camino a través de las aguas, e hizo una senda seca a través del mar.


Allanaré los montes y las colinas y arruinaré toda su vegetación. Convertiré los ríos en tierra seca y secaré todas las lagunas.


Luego Moisés extendió la mano sobre el mar y el Señor abrió un camino a través de las aguas mediante un fuerte viento oriental. El viento sopló durante toda la noche y transformó el lecho del mar en tierra seca.


Murieron los peces del río y el agua quedó tan asquerosa que los egipcios no podían beberla. Había sangre por todas partes en la tierra de Egipto.


Los peces del río morirán, y el río apestará y los egipcios no podrán beber agua del Nilo”».


Esta condenación se basa en el siguiente hecho: la luz de Dios llegó al mundo, pero la gente amó más la oscuridad que la luz, porque sus acciones eran malvadas.


Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.


Cuando llegó allí, gritó con angustia: —¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Pudo tu Dios, a quien sirves tan fielmente, rescatarte de los leones?


«Corran por todas las calles de Jerusalén —dice el Señor—. Busquen arriba y abajo; ¡busquen por toda la ciudad! Si encuentran aunque sea a una sola persona justa y honrada, no destruiré la ciudad.


¿Dónde está el que los hizo pasar por el fondo del mar? Eran como magníficos sementales que corrían por el desierto sin tropezar.


¿Acaso no eres el mismo hoy, el que secó el mar, haciendo un camino en las profundidades para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado?


Ninguno de sus ídolos les dijo esto; ni uno respondió cuando pregunté.


¿Cuál de los dioses de alguna nación ha podido salvar alguna vez a su pueblo de mi poder? ¿Qué les hace pensar entonces que el Señor puede librar a Jerusalén de mis manos?”».


Las aguas del Nilo no subirán para inundar los campos; el lecho del río estará totalmente seco.


Él transforma ríos en desiertos y manantiales de agua en tierra árida y sedienta.


¡No dejen que Ezequías los engañe! ¡No permitan que se burle así de ustedes! Lo vuelvo a repetir: ningún dios de ninguna nación o reino jamás ha sido capaz de librar a su pueblo de mí o de mis antepasados. ¡Mucho menos podrá su Dios librarlos a ustedes de mi poder!”».


En cambio, el pueblo de Israel caminó por en medio del mar sobre tierra seca, mientras las aguas permanecían levantadas como muros a ambos lados.


Escucho sus conversaciones y no oigo una sola palabra de verdad. ¿Hay alguien que esté apenado por haber hecho lo malo? ¿Hay alguien que diga: “¡Qué cosa tan terrible he hecho!”? ¡No! ¡Todos corren por el camino del pecado tan veloces como galopa un caballo a la batalla!


Ordenó al mar Rojo que se secara y condujo a Israel a través del mar como si fuera un desierto.


Él rescata y salva a su pueblo; realiza señales milagrosas y maravillas en los cielos y en la tierra. Él ha rescatado a Daniel del poder de los leones».


Cuando ustedes cometían estas perversidades, dice el Señor, yo les hablé de ello repetidas veces, pero ustedes no quisieron escuchar. Los llamé, pero se negaron a contestar.


El Señor abrirá un camino seco a través del golfo del mar Rojo. Moverá su mano sobre el río Éufrates y enviará un poderoso viento para dividirlo en siete corrientes, de manera que se podrá cruzar a pie con facilidad.


El Señor extendió su mano sobre el mar y sacudió los reinos de la tierra. Él se ha pronunciado contra Fenicia; ordenó que fueran destruidas sus fortalezas.


Cuando hable a los ríos y les diga: “¡Séquense!”, se secarán.


Pues el Señor te llamó para que te libres de tu dolor, como si fueras una esposa joven abandonada por su marido —dice tu Dios—.


»Diles todo esto, pero no esperes que te escuchen. Adviérteles a gritos, pero no esperes que te hagan caso.


¿Estás confundido también? ¿Es nuestro guerrero valiente incapaz de salvarnos? Señor, tú estás aquí entre nosotros y somos conocidos como pueblo tuyo. ¡Por favor, no nos abandones ahora!».


Los recabitas no beben vino hasta el día de hoy porque su antepasado Jonadab les dijo que no; pero yo les hablé a ustedes una y otra vez y se negaron a obedecerme.


»¿Estabas enojado, Señor, cuando golpeaste los ríos y dividiste el mar? ¿Estabas disgustado con ellos? ¡No! ¡Enviabas tus carros de salvación!


Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento.


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