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Isaías 40:31 - Biblia Nueva Traducción Viviente

31 En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.

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Biblia Reina Valera 1960

31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 los que en El confían recuperan fuerzas, y les crecen alas como de águilas. Correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse. Ciro, libertador de Israel

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Pero los que esperan en YHVH tienen nuevas fuerzas, Remontan vuelo como las águilas, Corren y no se fatigan, andan y no se cansan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 pero los que esperan en Yahveh cobrarán nueva fuerza, les crecerán las alas como a las águilas, correrán y no se fatigarán, andarán y no se cansarán.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

31 pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas, correrán, y no se cansarán, caminarán, y no se fatigarán.

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Isaías 40:31
46 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día.


Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila!


Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante.


Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos.


pero si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza).


Así que el Señor esperará a que ustedes acudan a él para mostrarles su amor y su compasión. Pues el Señor es un Dios fiel. Benditos son los que esperan su ayuda.


Ellos se harán cada vez más fuertes, y cada uno se presentará delante de Dios en Jerusalén.


Pon tu esperanza en el Señor y marcha con paso firme por su camino. Él te honrará al darte la tierra y verás destruidos a los perversos.


Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.


En aquel día, la gente proclamará: «¡Este es nuestro Dios! ¡Confiamos en él, y él nos salvó! Este es el Señor en quien confiamos. ¡Alegrémonos en la salvación que nos trae!».


En cuanto oro, tú me respondes; me alientas al darme fuerza.


Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza.


Nadie que confíe en ti será jamás avergonzado, pero la deshonra les llega a los que tratan de engañar a otros.


“Ustedes vieron lo que hice con los egipcios. Saben cómo los llevé a ustedes sobre alas de águila y los traje hacia mí.


Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos.


Los justos siguen avanzando, y los de manos limpias se vuelven cada vez más fuertes.


Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor.


Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido.


Que la integridad y la honestidad me protejan, porque en ti pongo mi esperanza.


Seguimos buscando la misericordia del Señor nuestro Dios, así como los sirvientes fijan los ojos en su amo y la esclava observa a su ama, atenta al más mínimo gesto.


Mediante mi poder haré fuerte a mi pueblo, y por mi autoridad irán a donde quieran. ¡Yo, el Señor, he hablado!».


Por lo tanto, ya que Dios, en su misericordia, nos ha dado este nuevo camino, nunca nos damos por vencidos.


Yo esperaré al Señor, que se ha apartado de los descendientes de Jacob; pondré mi esperanza en él.


trasplantados a la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios.


También comentan cómo ustedes esperan con ansias la venida, desde el cielo, del Hijo de Dios, Jesús, a quien Dios levantó de los muertos. Él es quien nos rescató de los horrores del juicio venidero.


Entonces Sansón oró al Señor: «Señor Soberano, acuérdate de mí otra vez. Oh Dios, te ruego que me fortalezcas solo una vez más. Con un solo golpe, déjame vengarme de los filisteos por la pérdida de mis dos ojos».


Es bueno dar gracias al Señor, cantar alabanzas al Altísimo.


¿Quién es esa que viene majestuosamente desde el desierto recostada sobre su amante? Desperté tus deseos bajo el manzano, donde tu madre te dio a luz, donde con tanto dolor te trajo al mundo.


El primero de esos seres vivientes era semejante a un león, el segundo era como un buey, el tercero tenía cara humana, y el cuarto era como un águila en vuelo.


pero a ella se le dieron dos alas como las de una gran águila para que pudiera volar al lugar que se había preparado para ella en el desierto. Allí sería cuidada y protegida lejos del dragón durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo.


Como un águila que aviva a sus polluelos y revolotea sobre sus crías, así desplegó sus alas para tomarlo y alzarlo y llevarlo a salvo sobre sus plumas.


«Escuchen en silencio ante mí, tierras más allá del mar. Traigan sus argumentos más convincentes. Vengan ahora y hablen; el tribunal está listo para oír su caso.


Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado, ni ojo ha visto a un Dios como tú, quien actúa a favor de los que esperan en él.


Sin embargo, ahora Moab será destruida junto con sus ciudades. Sus jóvenes más prometedores son condenados a la masacre —dice el Rey, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales—.


Que los cerrojos de tus puertas sean de hierro y de bronce, que vivas protegido todos los días de tu vida».


Estoy tan fuerte hoy como cuando Moisés me envió a esa travesía y aún puedo andar y pelear tan bien como lo hacía entonces.


¡Da la victoria a nuestro rey, oh Señor! Responde a nuestro grito de auxilio.


Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob. Interludio


cómo planea el águila por el cielo, cómo se desliza la serpiente sobre la roca, cómo navega el barco en el océano, y cómo ama el hombre a la mujer.


Esto dice el Señor Soberano, el Santo de Israel: «Ustedes se salvarán solo si regresan a mí y descansan en mí. En la tranquilidad y en la confianza está su fortaleza; pero no quisieron saber nada de esto.


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