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Isaías 32:15 - Biblia Nueva Traducción Viviente

15 hasta que al fin se derrame el Espíritu sobre nosotros desde el cielo. Entonces el desierto se convertirá en campo fértil, y el campo fértil dará cosechas abundantes.

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Biblia Reina Valera 1960

15 hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Pero sobre nosotros se derramará el espíritu desde arriba. Entonces el desierto se transformará en vergel, y lo que ahora es llamado vergel será tenido por terreno baldío.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Hasta que se derrame sobre nosotros un hálito° de lo alto, Y el desierto se convierta en un vergel, Y el vergel se cuente como bosque.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Cuando se derrame sobre nosotros el espíritu de lo alto, el desierto será un vergel, y el vergel parecerá un bosque:

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

15 hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se torne en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.

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Isaías 32:15
29 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pronto —y no pasará mucho tiempo— los bosques del Líbano se convertirán en un campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque.


Nunca más esconderé mi rostro de ellos, pues derramaré mi Espíritu sobre el pueblo de Israel. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».


Pues derramaré agua para calmar tu sed y para regar tus campos resecos; derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes, y mi bendición sobre tus hijos.


En el occidente, la gente respetará el nombre del Señor; en el oriente, lo glorificará. Pues él vendrá como una tempestuosa marea, impulsado por el aliento del Señor.


Ahora él ha sido exaltado al lugar de más alto honor en el cielo, a la derecha de Dios. Y el Padre, según lo había prometido, le dio el Espíritu Santo para que lo derramara sobre nosotros, tal como ustedes lo ven y lo oyen hoy.


»Ahora enviaré al Espíritu Santo, tal como prometió mi Padre; pero quédense aquí en la ciudad hasta que el Espíritu Santo venga y los llene con poder del cielo».


¿No deberíamos esperar mayor gloria dentro del nuevo camino, ahora que el Espíritu Santo da vida?


»Entonces derramaré un espíritu de gracia y oración sobre la familia de David y sobre los habitantes de Jerusalén. Me mirarán a mí, a quien atravesaron, y harán duelo por él como por un hijo único. Se lamentarán amargamente como quien llora la muerte de un primer hijo varón.


Cuando les das tu aliento, se genera la vida y renuevas la faz de la tierra.


Entonces recordaron los días de antaño cuando Moisés sacó a su pueblo de Egipto. Clamaron: «¿Dónde está el que llevó a Israel a través del mar con Moisés como pastor? ¿Dónde está el que envió a su Santo Espíritu para que estuviera en medio de su pueblo?


»Ábranse, oh cielos, y derramen su justicia. Que la tierra se abra de par en par, para que broten juntas la salvación y la justicia. Yo, el Señor, las he creado.


Vengan y escuchen mi consejo. Les abriré mi corazón y los haré sabios.


El suelo reseco se convertirá en laguna y los manantiales de agua saciarán la tierra sedienta. Crecerán las hierbas de pantano, las cañas y los juncos donde antes vivían los chacales del desierto.


Pero también convierte desiertos en lagunas y la tierra seca en fuentes de agua.


Él transforma ríos en desiertos y manantiales de agua en tierra árida y sedienta.


(Con la expresión «agua viva», se refería al Espíritu, el cual se le daría a todo el que creyera en él; pero el Espíritu aún no había sido dado, porque Jesús todavía no había entrado en su gloria).


Él dará a sus jueces anhelo de justicia, y gran valentía a sus guerreros que vigilan las puertas.


«Y este es mi pacto con ellos —dice el Señor—. Mi Espíritu no los dejará, ni tampoco estas palabras que les he dado. Estarán en sus labios y en los labios de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, para siempre. ¡Yo, el Señor, he hablado!


Pondré mi Espíritu en ti, volverás a vivir y regresarás a tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, he hablado y que he cumplido mi palabra. ¡Sí, el Señor ha hablado!’”».


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